Ad lib

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Si la noche me matara sería por mi misericordia.

Las pesadillas nunca se van.

Nunca lo harán.

Son como un tranvía descompuesto que hace mucho tiempo dio su último viaje. 

O como una flota fantasma varada en algún rincón del océano, ese que no es recordado por ningún hombre que surca los mares. 

Ésta es, y por siempre será, la penitencia que me acompañará. 

Las cicatrices aún arden en la piel recordándome la cada condición penosa en la que he regresado luego de irme por días en los que ella, estoy seguro, solo ha rezado por volverme a ver.

En ocasiones escucho voces.

Sus voces.

Las de las personas a las cuales he asesinado. 

Ocasionalmente me despierto agitado para luego ponerme a llorar como un niño pequeño que busca el consuelo en los brazos de su madre. Pero incluso yo he sido privado de las personas que alguna vez me brindaron ese calor característico de la familia. 

Ahora que lo veo, éste cuarto oscuro y en silencio es un buen lugar para llorar sin vergüenza y también para morir.

Para gritar y arrepentirse.

Para recordar y culpar.

Todas las noches son idóneas para morir.

Espero que ese día llegue con impaciencia.

 Y es cuando pienso en que no debí arrastrarla a ella conmigo.

En ocasiones me gusta imaginar, como ahora, que Sakura yacerá por siempre sobre una cama de hojas otoñales y unas cuantas flores silvestres. Pero ella es incluso más delicada que mis ganas por querer tocarla pues me aterra ensuciarla con mis plagas. Supongo que ésta es la única virtud benigna que poseo. Sentir amor por alguien a quien no merezco.

El resto de mis virtudes yacen dentro de un oscuro baúl que hace años decidí dejar de visitar y cerrar bajo llave...Aunque todas ellas también estarían manchadas de sangre al igual que mis manos y el arma que yace en la alfombra de nuestra habitación justo ahora. 

Río con sosería.

Este pedazo de mundo reducido a cuatro paredes en condiciones lamentables es lo único que soy capaz de darle. Un mundo que se cae a pedazos.

Vuelvo a reír.

Sakura va a enojarse mucho cuando encuentre manchas rojas sobre la alfombra que tanto ama. Esa que le dije que había comprado cuando en realidad se la había robado a alguien caminando. Soltará un par de improperios cuando crea en mi mentira y yo le diga que se trata solo de simple mermelada de frambuesa.

La he comprado para ti, responderé, Porque sé que te gusta.

Porque estás demasiado delgada.

Porque el dinero que salgo a conseguir a penas nos alcanza.

Todo lo que hago es por ti.

—¿Sasuke?

Pero ésta no es la vida que quiero darte.

No es el lugar que deseo en el que envejezcas; a lado de éste miserable asesino que solo tiene anécdotas penosas que contarte en lugar de cuentos maravillosos sobre princesas que son rescatadas por el príncipe con el que sueñan casarse. 

Ad lib 【SasuSaku】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora