Lunes

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Desperté debido a la alarma, la apagué y con pereza me levanté de la cama. Talle mis ojos y miré por la ventana, estaba totalmente oscuro, aún siquiera se asomaba el sol. Hoy comenzaban las clases, hoy volvía a la tortura, aunque al menos me voy a distraer. Fui a darme una ducha, y al terminar seque mi cabello con pereza para después ir a ponerme el uniforme. Consistía en medias negras que llegaban sobre la rodilla, una falda del mismo color, una blusa y una corbata negra con el logo del colegio. Me senté en mi escritorio (que por cierto tenía un espejo) y comencé a maquillarme con algo simple.

¿Qué decir de mí? ¿Quién soy?
Mi nombre es Ciara, tengo 18 recién cumplidos, éste es mi último año en el colegio, el más corto. Hay veces en que me considero una chica bonita, después veo a otras y mi autoestima baja por completo, aunque según ciertas personas sí lo soy, aunque yo siempre veo defectos míos, nunca estoy conforme y siempre quiero ser mejor.

Ya estando lista bajé las escaleras, mamá siempre sale antes que yo, siempre me deja el desayuno listo y ésta vez me dejó leche en caja con un sándwich, la amo. Guardé mi desayuno en la mochila, me la coloqué y partí rumbo al colegio.

En el trayecto me sentí mal, observada, incómoda al 100%. Me han acosado variadas veces en la calle, por ende ahora procuro siempre caminar rápido, temo que algún día me violen. Seguí sintiéndome así por harto tiempo, hasta que sentí unas manos en mis hombros.

-¡BUH! -Exclamó Ashley, mi mejor amigo.

-Serás imbécil. -Dije con la respiración agitada antes de pegarle con la palma de mi mano en la frente.- Te pasa por idiota.

-Oye, cálmate señorita alterada, esperaba un mejor reencuentro. -Dijo entre risas.

Sólo puse mis ojos en blanco, odiaba cuando Ashley me hacía bromas sabiendo lo alterada que soy. Al llegar al colegio entramos y me encontré con varias caras nuevas, chicos lindos, y demás. Vi a Ashley y éste ya andaba mirando traseros como un baboso.

-Veremos con cuántas chicas te acuestas éste año.

-No es necesario que lo pienses, es lógico que con la mayoría de las nuevas. -Susurró como un completo idiota.- Tú deberías comenzar a ver con quién pierdes tu virginidad, ya se se te hicieron telarañas ahí en 18 años.

Lo miré totalmente indignada y volví a golpearlo para luego irme a mi salón. Entré y no había nadie, aún no tocaban el timbre y todos aprovechaban el rato para estar afuera con sus amigos, excepto alguien. Cuando entré al salón había alguien en el fondo, llevaba puesta una chaqueta de cuero encima de la camisa, su pelo era color castaño claro con pequeñas ondas, y no negaré que era guapo. Puse mi mochila en el primer puesto frente al escritorio del profesor, y al parecer no fui disimulada al mirarlo porque me gritó.

-Hey, tú, ¿qué miras tanto?

Sólo tragué saliva, no contesté y me retiré del salón totalmente nerviosa con las mejillas sonrojadas. Había pasado una gran vergüenza.

En el transcurso del día las clases pasaron rápido, aparte el idiota de Ashley me animaba, sus comentarios hacía algunas chicas me hacían completamente el día, en el fondo lo quería, aunque siempre me preguntaba porqué no me acostaba con alguien y ya, odiaba tocar esos temas, pero sinceramente no es fácil para mí. Desde pequeña me inculcaron que debe ser con alguien que ames y que no te arrepientas.
Salí del colegio sin Ashley, porque conoció a una chica e irían a ver una película a su casa, cosa que era una mentira. Comencé a caminar rumbo a mi casa con lentitud, me encontraba relajada, hasta que sentí nuevamente esa sensación de que me vigilaban, voltee hacía atrás y no había nadie, estaba todo completamente solitario, así que me dispuse seguir caminando. Cuando me sentí totalmente presionada y en un estado de desesperación me puse a correr, no aguanté más, tenía miedo, tenía terror. Saqué las llaves de mi casa, las coloqué en el orificio de la puerta, entré y cerré con un portazo rápidamente. Dejé mi mochila y mis llaves tiradas en el sofá como de costumbre y me dispuse a subir las escaleras, hasta llegar a mi habitación.

Cuando entré vi la ventana abierta, y un sobre negro en la cama. Comencé a mirar a todos lados inspeccionando la habitación pero no había nada, me acerqué y tomé la carta mientras temblaba. Rompí el sobre y vi lo que decía:

No intentes buscarme, porque no me encontrarás, sé esconderme, te veo, veo cada movimiento que haces. Te ves tan exquisita, Ciara.
La próxima serás tú.
Att: A.B.

asesino; andy biersack.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora