El calor seductor del alcohol abrazaba mi estómago, apoyé las manos sobre el lavabo de mármol y alcé mi cabeza al espejo.Una imagen desaliñada de mi misma me devolvía la mirada, la luz tenue del lugar salpicaba sombras rojas sobre mis rasgos y mis pechos se pronunciaban más debido al efecto de reflexión, mis pupilas estaban expandidas al límite e intenté guardar el equilibrio mientras comenzaba a arreglar mi peinado.
Bajar las escaleras fue todo un desafío, como efecto de LSD estas serpenteaban a mi vista; definitivamente ese último vodka fue mala idea, intenté estar bien pues él estaba mucho peor.
-¿Nos vamos?
-Sólo si me llevas.
La noche se alzaba bella y fresca, la calle 34 siempre había sido así de temerosa; a pesar de que las luces de una plaza cercana me golpeaban en la cara todo me parecía oscuro, como si fuera caminando en un gran callejón particularmente tenebroso y lleno de vegetación, mis pasos eran torpes pero decididos a llegar al destino y mandar lejos al sujeto que venía colgando de mi hombro, el peso de mi acompañante me iba provocando un pequeño hormigueo en la parte del omóplato izquierdo y el tecnicolor de la ciudad nos pintaban como un danzante artista sobre nuestros cuerpos, todo estaba en movimiento incluso nuestros pensamientos y corazones.
Pude arrastrarnos hasta la parada del transporte público ¡que escena! Puedo sentirla, puedo cerrar mis ojos y sentirla rasgar en mi cerebro, impaciente por salir, puedo abrazarla en mi memoria y gritarla; la gente nos rodeaba siendo tan normales en un día monótono como cualquier otro, esperando el medio para llegar a sus hogares y seguir con la rutina para al siguiente día comenzar con lo mismo, los árboles se alzaban majestuosos y viejos como ninguno, perdiendo su efecto real con el puesto de revistas que los ocultaba un poco, el metal del asiento que estaba situado paro los que esperaban era frio y rozaba mi hombro, las luces de los autos y anuncios azotaban su rostro y un gélido aire de incomodidad se coló en nuestro momento.
-Thor es uno de mis comics favoritos- dijo observando los tomos esparcidos por el lugar; una brisa fría comenzó a correr en el ambiente, comenzaba a llover.
-Algún día te regalaré uno- dije girando mi cuello para enfocarlo un poco.
-Podría tenerlos todos- su mirada se posó directamente en mis ojos y a pesar de la oscuridad pude observar un pequeño rubor en sus mejillas, sus orbitas estaban desubicadas y sonreía levemente hacia el lado derecho, su peinado era un fracaso bastante exitoso del fleco pronunciado de cierto sex simbol del rock indie.
-¿Has observado ya toda esa mierda?- señalé el conjunto de placas ridículas que la gente compraba para colocar en su auto o la puerta de sus cuartos, basura con ilustraciones de los Simpson y dichos coloquiales.
-La vi antes que tú pero decidí que sería buena idea no mencionarla, te conozco, esa mierda te mataría.- Una verdadera risa salió de sus cuerdas bucales y por fin la incomodidad comenzaba a quebrarse.
Sólo por un momento nos permitimos reír, todo era gracioso, él se meneaba un poco mientras reía y perdió el equilibrio.
Todo fue muy rápido, tan rápido que sólo puedo recordar que pasó una eternidad antes de que el momento terminara, posé mi mano sobre su cadera para impedir que se derrumbara sobre el suelo, definitivamente era un bebedor inexperto; al levantarse no pudo evitar abrazarme y mi corazón se detuvo diez segundos, su cabeza reposaba sobre mi pecho a pesar de que me sacaba al menos 15 centímetros de altura, enderezó su cuerpo y me vio directamente al alma, sus labios temblaban y sus manos sostenían fuertemente mi cadera; alcé mis manos a la parte occipital de su cráneo y él se inclinó, un poco y después un poco más. Un trago de caramelo hirviendo hubiera sido helado en comparación a la sensación que bajaba por todo mi cuerpo y se esparcía por todo mí ser a través de mis venas. Sus labios se conectaron con los míos en uno de los besos más tímidos que ha probado cualquier ser humano, se fueron abriendo un poco más a mi bienvenida y una cálida y húmeda sensación fue abrazando mis labios, poco a poco iba tomando poder en nuestros cuerpos, su mano subía a mi pecho y yo presionaba su cabeza más dentro de mí, mordió un poco mi labio y un pequeño gemido de desesperación salió de su garganta, una de sus manos subió a mi rostro y presionó mi mejilla, me deseaba y lo sentía.
La imagen de su novia se coló en nuestras mentes al mismo tiempo y nos separamos bruscamente, vi la decepción y el arrepentimiento en sus ojos y proyecté mi miedo, voltee hacia todos lados en busca de alguien observando mucho, es una ciudad pequeña y estábamos cerca del colegio, cerca de los hogares de varios conocidos.
-Esto está m...mal- su voz le tembló un poco, su nerviosismo irradiaba como una pequeña aura en su cuerpo y quitó sus manos de mi cuerpo, parecía como si el efecto del alcohol hubiera desaparecido y sólo deseara huir.
No supe que decir, me dolía el alma y tuve que aceptar por un momento que tal vez si me gustaba, que le quería y que necesitaba más, abracé neciamente su cuello y volvimos a unir nuestros labios, no era un beso particularmente lujurioso pero si desbordaba el deseo. El deseo de él en mi vida, de él a mi lado, de que dejáramos a los demás y nos concentráramos en nosotros, yo necesitaba olvidar y el necesitaba alguien que lo quisiera realmente.
Los besos y el cariño que tanto le había negado su pequeña inocente novia lo arrebataba de mi necesitad de dejar atrás a los antiguos amores, aun así ambos nos teníamos un gran cariño y necesitábamos un poco más del otro.
El besó duró más que cualquier otro y nos separamos, el rubor de su rostro lo hacía ver locamente tierno y mi vergüenza se apoderaba de todo mi cuerpo, ambos tuvimos un breve periodo de silencio mientras nos estudiábamos con calma, sabía que después de este día todo cambiaría, que había traicionado la confianza de mi amiga, que había roto una brecha en mi amistad con él. Lucía avergonzado más consigo mismo que por el acto cometido, sabía que estaba pensando en su novia y lo que significaba nuestro pequeño tropiezo.
-Mira... creo que deberíamos...- no terminó la frase, divisé mi transporte público y le planté un pequeño beso en la comisura de sus delgados labios antes de subir lo más rápido al autobús, me coloqué mis audífonos mientras me reía de lo torpe de mi situación, la gente me observaba claramente por mi pequeño arrebato de risa y mi olor particular a cerveza y vodka.
No sabía realmente que ese beso nunca significó el deseo de tenernos, ese beso derrumbó el pilar de una construida amistad, de tres amigos con aspiraciones universitarias, derrumbó la confianza de mi amiga, no culpo a aquel pequeño intruso conocido que nos observaba desde la ventana de su auto, no culpo al vodka como lo hicimos después de esa noche.
Enterramos el tema y no estuvimos dispuestos a analizar nuestros sentimientos antes de que todo fuera más estúpido, fingimos que el hecho había desaparecido de nuestra memoria y decidimos seguir con nuestra hermandad, suck it and see, esto iba a durar solo dos semanas más antes de arruinarnos para siempre, antes de intentarlo y fracasar, antes de llorar dos meses seguidos, no por él, por lo que dejamos perder.
Ese seis de mayo yo sabía que algo pasaría y en palabras textuales él también lo presentía y aun así no lo detuvimos, alentamos las copas y nos fundimos en un pequeño infierno, poco a poco, sin darnos cuenta pero con plena conciencia de a lo que llegaríamos.
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RomanceEn el tecnicolor de la ciudad y la mente estallando bajo los efectos del alcohol uno puede convertirse en la persona mas miserable por el resto de su vida por un momento de amor a necedad.