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Ahí estabas tú,
con el megáfono en la mano,
haciendo de las consignas
la más bella poesía,
solo por salir de tus labios.

Sonreías y,
se me escapaba
el hilo de lo que cantabas.
Perdí el aliento,
ante todo un monumento,
y no,
no es nuestra catedral,
eres tú.

Más hermosa que,
la obra entera del camarada Lenin
o la revolución obrera.
Y ahora solo puedo decirte esto,
que te quiero,
más que a un burgues en un gulag,
y que deseo,
que nuestro campo de batalla
sea la cama,
dónde nos follemos al sistema.

Así que, cógeme,
llevame contigo
y juntas
destruyamos el capitalismo.

El grito de guerra de los rebeldes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora