Ver una mina era, hasta cierto punto, aterrador, las oscuridad, los ruidos y el temor constante a que se derrumbara, era lo que Maya enumeraba mientras observaba disimuladamente, pero cuando le dieron un casco y chaleco con reflejos se dió cuenta que entrar en ella de verdad era la peor parte del día. No estaba lista para enfrentar uno de sus peores miedos, pero no podía hacer ningun comentario al respecto. Así que se colocó los artefactos que le ofrecieron y se dispuso a caminar a un lado del Señor Álvaro y de otro hombre que se les acababa de unir y comenzaron a caminar mientras procuraba mantener su atención en lo que sus compañeros hablaban, y no en todo lo que la mina le ofrecía.
Pudo ver el miedo en sus ojos, y después observó como tragaba duro, pero en ningún momento la vió dudar, menos mal que no era una de esas princesas que salen corriendo a la primera, y que fue con ropa adoc a la ocasión, nada de falditas, ni tacones; al menos era prudente; por que aún cuando no quizo prestarle demasiada atención a ella, ni a nada que la rodeara, pudo darse cuenta que varios de los trabajadores la observaban, la veían con los ojos llenos de lujuría, y él creía que no era para tanto, vaya era cierto casi no había mujeres en la mina, eso era de esperarse, solo las cocineras, las cuales eran tres señoras altas regordetas y de un genio de puta vida, y en las oficinas solo contaban con dos secretarias algo mayores y muy amables, pero que pasarían por la madre o abuela de cualquiera. Comenzó a caminar al lado de Roberto, uno de los encargados y se adelantaron hablando de las charlas que debían tener acerca de seguridad para minimizar los costes del seguro, y antes de adentrarse más en el hueco de la mina, pudo percibir un olor como a sandía y árboles, a verano y frescor, quizá a brisa de mar; y sin detenerse a pensar giró su cabeza y pudo verla, ella de nuevo, no podía evitar que sus ojos la recorrieran, se detuvo y Roberto casi tropieza con él, se acomodo los lentes de seguridad y siguió su mirada, y sin querer observó a la chica a la que no había notado del todo; y ambos tuvieron que cerrar la boca, cómo algo tan simple podía verse tan bien?; tenía el miedo pintado en su cara pero la luz que aún se colaba por la entrada le daba un aire casi angelical, sus curvas no hacían más que intensificarse con sus movimientos lentos, pero conforme fue adelantandose, Álvaro notó como las piernas le comenzaban a flaquear, y se acercó a ella alcanzando a sostenerla de un brazo antes de que se recargara en la pared y la escuchó jadear y vió como cerraba sus ojos fuertemente y una pequeña lágrima se corrió por su mejilla. No sabía lo que le pasaba pero sintió la necesidad de limpiarla y le alzó el mentón. -¿Te encuentras bien?.- lo miraba examinándola. -Te siento fría, quizá el cambió de altura sí que te hizo daño.- dijo mientras le ayudaba a recomponerse.
Estar sumida en la oscuridad le trajo recuerdos nada bonitos de su infancia, quizo hacerse la fuerte cuando notó que se adelantó a sus compañeros, pero ver la inmensidad y la oscuridad tragarse la poca luz de su lámpara de casco; no pudo más que sentir la debilidad en las rodillas y dejó de pensar con claridad; de pronto fue de nuevo esa niñata que se escondía en el closed de su cuarto esperando que no la encontrara, claro que no fue así, nunca fue así, y entonces sintió una mano sujetándola y una lágrima surcó su mejilla, después de años esperando quien la rescatara como a la princesa del cuento, sintió algo rasposo frotarle y limpiarle la lágrima.- Recuperate Maya, no seas débil, no otra vez.- se dijo internamente mientras asentía a lo que sea que le hubieran dicho.
Aire fresco, sólo hizo falta sentir el aire, con aroma a carbón y tierra, pero podía ver el cielo azul y eso ya le provocaba desazosiego y la ansiedad se drenaba de su sistema.- Claramente entrar ahí no fue la mejor opción cuando apenas estás acostumbrandote a la altura y el clima,discúlpa fue una mala desición de mi parte, comprenderé si quieres tomarte lo que resta del día, quizá mañana te sientas mejor.- lo dijo un poco avergonzado, ya que desde un principio notó su cara y no dijo ni le interesó saber más.-Oh! pues muchas gracias, pero ya me siento mejor, si se pudiese, desearía seguir con el recorrido, quizá solo el entrar ahí pueda esperar.- le contestó muy segura mientras señalaba con la cabeza la entrada de la mina.-Muy bien Contadora, entonces sigame por aquí, es la hora del desayuno.
Nunca creyó ver a una mujer comer de esa manera, bueno era cierto que hacía mucho no salía ni convivía con una, pero no recordaba que fueran así, no podía evitar compararla con su amada Sara, ella tan dulce, tan femenina con sonrisa cálida y su cuerpo menudo, y ver a ese torbellino comer con ese ímpetu, era nuevo. Quizá por eso eran sus curvas. Ofensa!, no lo diría en su cara claro, pero, ¿pudiese ser esa la razón?. Un plato de menudo era de por sí pesado, pero incluirle "la verdurita", un par de tortillas, y medio pan de agua*, con dos tazas de café, era como para no comer en días de lo pesado que se sentiría el estómago. Pero ella parecía encantada comiendo y disfrutando cada cucharada, parecía tener un "mini-orgasmo" cada que se metía la cuchara y en cada sorbo de café cerraba los ojos como si así pudiera paladearlo mejor.
¡Brutal! así era la comida, hacía meses procuraba comer sanamente, aún cuando las personas creían que era gorda por comer estaban equivocados, pero de verdad no pudo resistirse a lo antojable que esas benditas mujeres habían preparado; era probar la gloria con ese café de olla con el dulce sabor del pilonsillo y el menudo picosito, esas tortillitas recién hechas, el panecito, todo todo le sabía a gloria. Hacía tanto que no comía así de rico, y la compañía, ahí conoció a algunos de los que serían sus compañeros de trabajo, habló mas calmadamente con Roberto, y se enteró que era casado, con un bebe en camino, que la mayoría de los mineros, eran hombres del pueblo San José de la Parrilla, eran serios, y desconfiados; y las cocineras estaban sorprendidas de que una "señorita" como insistian en llamarla comiera como lo hacía, era la cháchara y el ambiente lo que la tenía comiendo tan felizmente y contenta; pero en todo el tiempo sintió la mirada del Contador fija sobre ella; quizá esperaba que se arrepintiera del trabajo al ver que las secretarias comían en otro lado, y ella como una fulana comiendo ahí con los demás. Pues que se enterara que ella no se iba a dejar amedrentar por el trabajo; así que sin disimular mucho volteo en su dirección y lo cachó mirandola de nuevo, cohibido le esquivó la mirada, pero ella le sonrío de vuelta y como si lo conociera de toda la vida le dijo.- ¿y a usted contador, que es lo que más le gusta de la mina?.- ya todos lo de alrededor habían respondido su pregunta, así que lo miró y espero su respuesta mientras comenzaba a limpiar su espacio en el comedor.
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Amor a Contratiempo
Lãng mạnÁlvaro es un viudo que se ha enfrascado en el trabajo, no espera nada de la vida; hasta que conoce a Maya, tan joven y llena de energía. Pero, ¿cómo equlibrar dos mundos colisionando?