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Sentada en el sofá junto a la ventana, observando como cada gota caía del cielo y se estremecía en el charco que yacía en el suelo, le vi, sentí como si un huracán estuviese arrasando con todo en mi estómago ¿y las mariposas? Pensé en ese momento ¿no deben sentirse mariposas? Creo que ellas solo aparecen en amores tan claros como el agua, pero el de nosotros, es tan transparente como puede serlo un cristal pero tan turbio como el agua del río como cuando llueve en la cabecera, comencé a sentir como mi corazón se agitaba, el cuerpo me comenzaba a temblar y la respiración, ni se hable, apenas si podía sentirla, y todo eso gracias a su mirada, pues no fue el color de sus ojos el que me hizo perder la noción del tiempo, sino la forma en la que me observaba, era como si un ángel me estuviese viendo, no un ángel de esos buenos que te producen paz, al contrario uno de aquellos que cuando miras sientes que tu alma se cae en pedazos; lo más difícil de todo es que yo no puedo echarlo al olvido, mientras que el pareciera haber barrido todas las cenizas que quedaron cuando nuestra llama se apagó, la mía parece encenderse más cada que siquiera le recuerdo.

versos del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora