Capitulo 23: Raro.

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La seda blanca apretaba mis caderas convirtiéndose en un ajustado vestido que acentuaba mis curvas. Llevaba el pelo suelto, caía sobre mis hombros, no veia las cosas a color. Todo era en blanco y negro.

Él se paró en el umbral de una puerta entreabriendo los labios, como si el simple hecho de mirarme le impidiese hacer otra cosa. Sentí un cálido rubor por toda mi piel. Aquello no parecía que fuese a acabar bien.

No había nada que nos separase.

Intenté respirar, pero no podía, el me habia quitado todo.

Extendió su brazo hacia mi con una leve sonrisa, invitadome a tomarlo. Las piernas me temblaban, como gelatina y el sonrio aún mas. Se enderezó, agarrándome de la cintura mientras yo me abrazaba a su cuello.
Todos nos miraban, pero daba igual. Estábamos en nuestro propio mundo, donde solo importaba lo que nosotros queríamos.
Susurro:

-Estás muy guapa, Kels.

El corazón se me encogió.
-Te quiero, Caleb.

Miré hacia la zona de la sala que quedaba en las sombras.

-¿Caleb...?
-Shhh. -Su mano reptó por mi espalda hasta la base del cuello.

- ¿Me quieres?- me encontre preguntando
Nuestras miradas se encontraron.

-Sí. Sí. Te quiero más que a nada.

-¿Me quieres más que a ella? - pregunte señalando la parte oscura de la sala. En la que había una sombra.

Se quedo inmovil.

-¿Más que a quién?

-Que a ell -volví a señalar-. ¿Me quieres más que a ella?

Aparté la mirada de nuevo, mirando hacia la oscuridad. Habia una chica, vestida de negro haciendole señales a Caleb

-¿Me quieres más que a ella?

-¿Que a quién? -intente acercarme mas a el, pero se alejaba, el sueño nos separaba a ambos.

Me levanté súbitamente, en la cama. Una fina capa, de sudor cubría todo mi cuerpo y el corazón parecía que se me iba a salir del pecho. Pasó un rato hasta que mis ojos se acostumbraron a la oscuridad y reconocí las paredes de mi habitación.

-¿Qué demonios...? -Me pasé la mano por la frente empapada y ardiendo. Cerré los ojos.

-¿Hummm? -murmuró Caleb medio despierto.

Estornudé como respuesta. Primero una y luego otra vez.

-Qué sexy. -tomo a tientas la caja de pañuelos-. No puedo creer que estes enferma. Toma.

Suspiré y tome los pañuelos, poniéndome la caja sobre el pecho para sacar unos cuantos.

-Es culpa tuya -¡achús!-. Es culpa de tu estúpida idea de ir a nadar cuando -¡achús!- hacia frio.

- Bueno, yo no estoy enfermo.

Me soné la nariz, esperé un poco para asegurarme de que no se me saldrían los sesos con otro estornudo y dejé la caja en el suelo. Resfriarse era una mierda. En mis dieciséis años de vida nunca me había resfriado, hasta ahora. Ni siquiera sabía que podía resfriarme.

-Eres súper especial, ¿eh?

-Lo sabes tú bien -respondió.

Me giré y miré a Caleb. Parecía casi normal con la cara estampada contra una almohada.

-He tenido un sueño raro.

Caleb se puso de lado.

-Vamos, vuelve a dormir.

Hacía una semana que somos novios y desde entonces lo tengo pegado a mi culo, más que nunca.

-Tienes que empezar a dormir en tu cama.

Movió la cabeza ligeramente y sonrió medio dormido mientras me daba un ligero beso en la nariz.

- Prefiero la tuya.

-Y yo preferiría muchas cosas, pero no tengo todo lo que quiero.

Caleb me hizo arrastró hacia la cama únicamente con el peso de su brazo.

-Ángel, yo siempre consigo lo que quiero.

Un escalofrío recorrió mi piel.

-¿Caleb?

-¿Sí?

-Aparecías en mi sueño.

Abrió uno de sus ojos color azul.

-Por favor, dime que estábamos desnudos.

Puse los ojos en blanco.

-Ya quisieras.

Suspiró triste y se acercó más.

-Lo tomaré como un no.

-Pues estás en lo cierto. -Le dije mientras le daba un beso.

Lo primero que hice al levantarme, fue darme un lujoso baño. Me quedé dentro hasta que la piel se me empezó a arrugar y aun así me costó salir.
Era el cielo hecho bañera.
Después bajé y vi a Marcus despatarrado en un sofá en la sala de juegos. Le aparté las piernas y me senté. Estaba viendo padre de familia.

-Buena elección -comenté-. Aunque un poco sexual, ¿no?

-Cierto -Marcs se apartó un mechon verde de la cara-. Es lo que veo cuando no estoy en clase o cuando se supone que estoy en clase.
Sonreí.
-Los chicos te matarían si supiesen que te saltas clases.

Levantó las piernas y las apoyó en mi regazo.

-Ya lo sé - hoy me sentía realmente mal y eso no me da ganas de nada.

Marcs sonrió y nos pusimos a ver los capítulos que tenía grabados. Hasta la tarde no me atreví a preguntar dónde estaba Caleb.

-La última vez me dijo que iba al supermercado a comprarte dulces y esas cosas raras que te gustan.

- No soy rara - dije golpeándole el hombro.

- Si que lo eres, ¿yogur con chocolate? Eso es asqueroso.

-Anoche estuvieron despiertos hasta bastante tarde -dijo Marcs.
No cambié la cara.

-Me estaba enseñando unas cosas, sobre matemáticas - lo señale - no malpienses.

- No lo mal pense - volvio su vista hacia el televisor y a los segundos volvio a mirarme -¿Eso es todo lo que te estaba enseñando?

Sorprendida, reí y me giré hacia el.

-¡Pues sí, Marcus! Dios.

-¿Qué? -Se incorporó y me quitó las piernas de encima-. Solo era una pregunta inocente.

-Ya, claro. -lo vi levantarse-. ¿Dónde vas?

-Con Luke, un chico muy lindo. Eres bienvenida si quieres.
-¿Qué van a hacer? -pregunté.

Marcus me guiñó un ojo mientras salía de la habitación.

-Oh, seguro que lo mismo que estaban haciendo anoche Caleb y tú. Ya sabes, va a enseñarme las ecuaciones.

PERDON, ES MUY CORTO PERO EN ESTOS MOMENTOS NO TENGO NADA DE IMAGINACION.

Living With Boys - Living With My Boys © EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora