Prólogo

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—Leiré, despierta.

La puerta de la morada habitación se abrió de par en par. Entrado a esta había una mujer de pelo rubio y corto, con ojos verdes que recordaban a aquellas manzanas ácidas, pero tan apetecibles de comer.

No era de extrañar que la mujer quisiera despertar a la pequeña niña de pelo rubio largo y cuerpo fino y delgado, con una tez pálida, que daba la impresión de una muñequita de porcelana extremadamente frágil. En la habitación había una gran cantidad de objetos flotantes, que temblaban en el aire como si quisieran explotar en millares de pedazos. La habitación no era el único lugar: desde el otro lado de la blanca puerta se podía ver una mesa con un jarrón que iba de un lado a otro como si estuviera poseído.

Al ver que la menor temblaba, la madre la sacudió con cuidado para despertarla. La niña , nada más abrir sus ojos color violeta oscuros miró a su madre con cierto miedo. Estaba atemorizada, pues acababa de tener una pesadilla que ya era preocupantemente frecuente , en donde la joven pasaba de estar en un hermoso prado verde con una cálida brisa, a un paisaje lleno de gritos y llamaradas que aparecían por doquier y asustaban a la pequeña Leiré.

—¿Mamá...?—Consiguió,por fin, articular la chiquilla, con un notable temblor en su aguda voz.

Todos los objetos dejaron de flotar de forma repentina, cayendo en picado. Hasta desde la cocina se pudo oír un sonido de cristal rompiéndose.

—Tranquila cariño, ya pasó...—La madre, de nombre Anne, abrazó a la pequeña de una forma protectora, dando a entender que quería proteger a su única y preciada hija, que había adquirido de su abuelo materno esa habilidad de telequinesia.

—Mamá... El fuego era mucho mayor...—La niña parecía querer romper a llorar en cualquier momento. La madre acarició el pelo de su hija.

—Leiré... Vístete, has de ir a clases...—Separó a Leiré del abrazo con cierto nivel de preocupación. Le dio un dulce beso en la frente y se fue a prepararle el desayuno.

Mientras, Leiré se vestía con su uniforme: Una falda de uniforme negra con unas medias de gatitos que le gustaba llevar, una camisa blanca con corbata roja y una chaqueta también negra que era muy formal, parte del uniforme. Se puso unos zapatos negros que hacían juego con su vestimenta y se hizo una cola de caballo en el pelo para que no pasara calor.

Tras terminar de alistarse para ir al colegio, bajó a desayunar con su madre, la cual leía unas cartas mientras comía. La madre, al leer una de las cartas, echó un rápido vistazo a Leiré , y de vuelta a la carta. Sin hacer ningún comentario la guardó en su bolso.

La niña y la madre se subieron al coche de la familia, el coche de la madre, la que el padre trabajaba fuera de la ciudad y se despertaba mucho antes para irse con su coche. Ambos eran descapotables, pero el de Anna era rojo carmesí y el del padre, Martin, era azul oscuro. Arrancaron hacia la secundaria de Crossfield.

Oak House[Los orígenes de Oak]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora