Deja vú

8 3 2
                                    

Permanecía sentada en la estación de tren, esperando para poder llegar a mi casa de una vez. Estoy cansada y la verdad es que no tengo muchas ganas de quedarme mucho más tiempo. Esto se está demorando ya bastante.

Él se sentó a mi lado, a unos pocos centímetros de mi. Tenía una camisa blanca y unos pantalones color beige cortos, le daba bonita forma a su espectacular cuerpo.
Era se pelo rubio con unos ojos grandes y verdes, la forma de la cara era bastante perfecta, cosa que pocas veces se veía. 
Tenía un cigarro en la boca,
me daba la sensación de un olor a vainilla y eso hacía distraerme. Era un chico guapisimo, con un cuerpo espectacular. Lo miraba disimuladamente, era bastante difícil no querer observarlo, y por razones desconocidas, comenzó mi imaginación.

***

Estábamos en un prado, lleno de flores, con una cascada enorme que daba una tranquilidad increíble, el ruido del agua siempre me tranquilizaba. Estábamos acostados boca arriba, viendo como las nubes se movían lentamente. El agarró mi mano, ninguno de los dos se movió, era como algo normal. Algo en mi interior se removió, ese tacto lo notaba familiar, y me transmitía una sensación bastante desconocida para mi. Rompió el silenció.

  -Aquella nube parece un corazón,  cierto?- dijo con una voz ronca que la verdad me gustó demasiado. Y se giró para mirarme a los ojos.-

Solo pude asentir con la cabeza, estaba sumergida en ese paraíso. Parecía que lo conocía desde hace bastante tiempo y no sabía claramente a que se debía.
Mi piel se erizaba cuando sentía su mano con la mía y esa sensación me encantaba. Me resultaba bastante familiar, pero no recordaba conocerlos. Pero eso ahora mismo daba igual.
Pude imaginar como la hierba me acariciaba la piel, el viento nos columpiaba suavemente y realmente hacia creer que los paraísos existían.

Repentinamente aparecieron a lo lejos dos nenes pequeños, los dos rubios con unos ojos verdes que me recordaron muchísimo a este chico. La niña saltaba mientras el niño corría a su lado, ambos cogidos de la mano. Corrían y reían a carcajadas hasta que llegaron a donde nosotros estabamos y se lanzaron en nuestros brazos, el nene a los suyos, y la nena a los míos. Me quedé un poco impactada, pero aquella sensación desapareció rápidamente y la abracé fuertemente.

  Habéis tardado mucho, dónde estabais pequeños monstruitos? -dijo agarrandolos del cachete y con una gran sonrisa.-

Se le veía muy, muy feliz.

Yo permanecía en silencio y los besaba involuntariamente en la frente. me salía así. Eran probablemente los niños más perfectos que habría visto en toda mi vida.
Se acostaron junto a nosotros y los cuatro nos dimos la mano haciendo una cadena irrompible. Mirábamos las nubes e imaginábamos diferentes formas. Estábamos felices, parecíamos una familia de película. Esa sensación me encantaba.
Él giró la cara hacia mi, y yo hice lo mismo. Me perdí en sus grandes ojos verdes, cosa que no resultaba nada difícil. Me acarició el pelo, el cuello y la oreja, eso me encantaba.

  Te amo.-dijo tiernamente mientras me acariciaba la mejilla con la yema de su dedo.-

Nos quedamos varios minutos mirándonos a los ojos fijamente, y sentía una conexión increíble, nunca me había pasado cosa parecida.
No nos soltamos las manos y poco a poco, entre toda esta comodidad, el ruido del agua y la brisa placentera, hacia q nuestros ojos se cerraran poco a poco hasta quedarnos dormidos los cuatro.

***

Se levantó del asiento y los pocos centímetros que hace unos momentos nos separaban se hacían cada vez más grandes.
Entramos ambos al tren, pero esta vez nos sentamos algo separados pero eso no impedía q nuestros ojos se separaran. Su mirada era demasiado intensa.
Después de unas cuantas paradas, se levantó y toco el botón de la puerta para q éstas se abrieran. Esto ya se acababa. Aún así,  no apartó sus ojos de los míos,  y antes de salir del tren, sonrió y me guiñó un ojo.
Cuando se cerraron las puertas, el tren permaneció quieto durante unos minutos, él se colocó en frente mía, al otro lado del cristal del tren. Nos mirábamos como antes, me encantaba demasiado.

  Nos volveremos a ver -conseguí leer sus labios a través del cristal.-

Se me erizo la piel y él, desgraciadamente, desapareció.
Por favor, destino, dejame volver a verlo algún día.

Déjà Vú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora