camp; georich

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Solo faltaban algunas horas, ambos chicos llegarían a su destino pronto, el campamento que tanto habían esperado.

George suspiró, se sentía a gusto en aquel lugar, sentado a la derecha de aquel niño. Mirando con cuidado cada una de sus delicadas facciones.
Decidió cerrar sus ojos y permitirse dormir lo que restaba de viaje.

—Georgie... —escuchó aquella suave voz llamándolo.— Georgie, ya llegamos. Abre tus ojos...

—¿Eh? —musitó el azabache, frotó sus ojos mientras la mirada atenta de Richard estaba sobre él.— ¡Genial!

Richard soltó una carcajada y se levantó del asiento.

—¡Muy bien, niños! —exclamó la maestra.— Formáremos grupos de a tres.

Los chicos intercambiaron miradas y continuaron caminando.

Llegaron hasta un bosque, en medio había troncos para una fogata y alrededor pequeños asientos.

Después de una charla y de que asignaran compañeros. George y Richard pudieron disfrutar del lugar.

—Me encanta el aire fresco... —Richard asintió.

—A mí también.