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Advertencia: considero que esta vez he superado mis límites, así que el capítulo puede contener contenido adulto y lenguaje vulgar u obsceno, por si eres sensible a esto.

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Llevar a Mikasa al lugar donde me estaba hospedando no fue quizá la mejor idea que tuve. Aunque a decir verdad yo ya sabía que en algún momento ella me preguntaría acerca de Petra. Mi respuesta no pareció sorprenderla y tampoco me extrañó que no lo hiciera, después de todo, desde la cena con Jeremy dejé en claro que ya había una mujer en mi vida. Solo era cuestión de tiempo que Mikasa descubriera más a fondo de quién se trataba.

-Es muy bonita. -Dijo. Yo esbocé una sonrisa muy ligera- ¿Por qué estás conmigo si la tienes a ella?

Uhm, aquella pregunta tenía miles de respuestas, cada una con una razón lógica. Me acomodé mejor en el sillón y bebí un sorbo de mi propia copa de vino.

-Por que suele ser molesta la mayoría del tiempo, depende mucho de mí y antes de conocerme dependía mucho de sus padres.

-Quizá es muy cariñosa. -Murmuró sin apartar la vista del portaretrato, se lo arrebaté en un movimiento suave y también lo admiré, luego lo deposité en su lugar.

-Esa es otra razón, suele ser muy melosa, algunas veces es torpe, otras veces se preocupa en exceso por su apariencia y, se gasta mi dinero en cosas materiales. No es una mala chica, pero su actitud llega a hartarme. -La miré de soslayo y me permití admirar con detenimiento su figura- Tú eres muy contraria a ella, eres más como yo, eso me gusta.

Entre Mikasa y Petra había un gran contraste. Mikasa era sencilla, inteligente, dedicada, independiente, preocupada y la lista continuaba. Petra era bobalicona, exagerada, despreocupada, despistada, dependiente y sumamente cariñosa. Su actitud tristemente no congeniaba con la mía, impidiéndome mostrarle aquellas cosas que me apasionan o despiertan curiosidad en mí.

-¿Y por qué sigues con ella?

-Verás, Petra llegó a mi vida en un momento un tanto difícil para mí y su actitud logró, de alguna u otra manera, hacerme sentir mejor. Nose si es agradecimiento o costumbre, pero, no puedo dejarla.

Mikasa sonrió con comprensión y asintió- Lo entiendo. -La oí susurrar. Se llevó la copa a los labios y bebió un poco del contenido.

-¿Cómo está tu cabeza? -Pregunté cambiando de tema.

-Mejor.

Su mirada conectó con la mía permitiéndome ver con mayor exactitud sus exóticos ojos grises, combinaban en demasía con aquellas largas y espesas pestañas negras y su tez blanca. Parecía una muñeca de porcelana. La vi relamir sus labios borrando cualquier rastro de vino, al instante me dieron unas ganas inmensas de besarla. Aunque no lo demostrara Mikasa despertaba grandes cosas en mí, con cualquier gesto que hiciera a mis ojos era sumamente atractiva y en cada momento me daban ganas de abalanzarme sobre ella y devorarla.

Sucumbí ante mis deseos inclinándome hacia ella, quién por inercia retrocedió, de esta manera quedó recostada en el sofá conmigo encima. Nuestras miradas se entrelazaron con mayor profundidad y entonces me permití acercar el rostro al de ella. Nuestros labios se rozaron, un suave tacto que nos dejó a ambos con la necesidad de profundizarlo. No esperé más y abrí mis labios atrapando entre éstos a los suyos. Mikasa subió sus manos por mi torso hasta mí mandíbula y nuca. Por mi parte me acomodé mejor entre sus piernas y mis manos se colaron sobre su blusa, recorriendo con caricias su tersa piel. Mi tacto le robó un gemido y aproveche para hundir mi lengua en su cavidad bucal, siendo recibida por la suya.

Nos tomamos nuestro tiempo intercambiando besos; y es que Dios, sus labios sabían a gloria, aquello lo supe desde aquel encuentro en la cena. Desde entonces se habían convertido en una débil droga que me impedía detenerme y retroceder. El calor empezó a hacerse presente y con esto mi miembro comenzó a despertar. Nos separamos por falta de aire y cambiamos de posición, ahora era Mikasa quién se hallaba sentada encima de mí. Nuestras bocas se reencontraron y continuamos con nuestra sesión de húmedos besos. Supe que Mikasa fue consciente de mi creciente erección cuando comenzó a mover sus caderas sobre mí miembro.

Amantes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora