Parte única.

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Cuando te conocí...


Lisa recuerda la primera vez que vio a Rosé. Su primer encuentro en aquel parque, cuyo verde de sus hojas era cubierto por el frío de la nieve, que caía sobre las telas de los abrigos de la ciudad y desaparecía conforme se sumergía en los hilos de esta. El lugar estaba desolado casi en su totalidad a excepción de ella, sentada en una banca, y la pelinegra a quien observaba divertirse sola, jugando con la nieve. Realmente no supo porqué decidió levantarse de su sitio e ir hasta donde se encontraba, pues al encontrarse a un par de metros de esta tan sólo hizo lo mismo: observarle.


Pero fue hasta que la pelinegra se detuvo y se aproximó para sonreírle como una niña pequeña, que pudo explorar en sus facciones, el rojo de sus mejillas regordetas, sus ojos color canela, el rosa de sus labios adornando sus dientes al mostrarse ante ella con tal brillo; que supo que sus piernas le estaban dirigiendo a su destino.


"Está frío", únicamente dijo. Sus palabras fueron tan silenciosas, un murmullo temeroso, que se esfumaron como aire tibio, y se congelaron tan pronto fueron soltadas. Aún así, Rosé pareció atraparlas a tiempo, y su sonrisa se enganchó, derramando pronto una vibra de nostalgia, al despegarle la mirada por observar el ambiente. Lisa, con sus manos dentro de sus bolsillos, las contrajo en puños.


Su pecho comenzó comenzó latir con brusquedad.


"Lo sé. ¿Pero no es grandioso?", respondió la chica. Su voz fue, a pensamiento de Lisa, como un delicioso sedante dulce, que hizo dormir sus extremidades, haciéndole permanecer inmóvil.


Se percibió del temblor que atacaba el cuerpo de la chica al enfrentarse al tremendo clima sin ningún tipo de abrigo, tan sólo vistiendo con su ropa casual. Siendo capaz así contemplar cuán pálida era su piel. Tan blanca como nunca hubo visto alguna; y cuando Rosé alzó sus manos y tomó entre sus manos un copo de nieve, sus ojos inmediatamente captaron hilos verdes, y azulejos trazados en la parte posterior de sus manos. Se sentía cautivada.


''Estás congelándote'', advirtió, obteniendo una risa de parte de la otra que, a pesar de parecerle melódica, le hizo sonrojarse por lo tonto que debió de sonar al mencionar algo que era obvio para todos.


''Por supuesto'', concordó Rosé, sumando una risa cómica pese a la obviedad del hecho. Le vio de nuevo, aún sin borrar la curvatura en sus labios rosáceos. ''Es claro que me estoy congelando; aún así, me gusta sentir el frío. Es... tranquilizante y grato poder sentirlo todavía.''


Ciertamente, Lisa no pudo pensar en la existencia de alguien igual o más extraño y desconcertante que Rosé, y bueno, de cierta forma, que ella también. Tan sólo el hecho de que continuase quieta en un mismo lugar, allí con ella, le hacía ser igual. Y entonces, involuntariamente, se deshizo de uno de los tres abrigos que llevaba puesto, para cederlo a la otra, colocándolo sobre su espalda con suavidad, haciendo a la misma alzar la vista, con sorpresa, y esbozar una adormecedora sonrisa en agradecimiento.


''Gracias''.


...

Blanco. (ChaeLisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora