☕ Capítulo único ☕

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[Sehun]

Oh Sehun es de lo que ya casi no hay. Aunque eso no quiere decir, necesariamente, que sea algo bueno.

Para ser honestos, el hombre es consciente de que su número de amigos es bastante reducido, porque Sehun nunca ha sido bueno abriéndose a los demás. Su personalidad fría, aunada a una imagen que provoca colosales cantidades de estereotipos sobre sí, no parece entonar con las ideas que otros se forman de él y es más bien el detonante que los obliga a mantenerse lo más apartados posible de su obsesiva y controladora persona.

Porque el rubio de ojos negros es un hombre extraño en verdad.

Es callado y reservado. Adora el silencio y ha desarrollado una especie de amor platónico por los espacios tranquilos. Sehun es un hombre de mirada penetrante, que no admite en su repertorio de amistades a aquellos quienes parecen dispuestos a hacerlo perder el tiempo con tonterías sin sentido. Muy pocos han podido apreciar la calidez y la curiosidad que tiñe ese par de orbes oscuras, pero el muchacho tampoco se queja. Le agrada la vida con pocos amigos, porque esos pocos le son verdaderamente indispensables.

También le gusta la vida sin sobresaltos y las personas que no alteran el orden natural, proyectando en sus habladurías e ideologías, nuevas formas de regodearse de su propia ignorancia. Con franqueza, Sehun adora los días tranquilos, repletos de individuos selectos que llevan la curiosidad tintada en la mente y desbordan genuinidad digna de admirar. Si le preguntaran, Oh diría que su jornada perfecta incluye un despertar anunciado con tres timbres agudos en la alarma, un portafolio cargado con la portátil y aquella libreta de raya que lleva atada al bolígrafo Cartier.

La caminata mañanera hasta la cafetería Moonlight y una taza humeante de café cargado, con media de azúcar, son todo lo que necesita para disfrutar de un buen día. Repite la rutina — que no es rutina, porque las rutinas aburren y su estilo de vida no le aburre ni un ápice — cada día. Desayuna en la cafetería, con la cabeza metida en la pantalla del ordenador y los dedos tecleando frenéticamente mientras intenta darle forma al trabajo que desarrolla, hasta que alguien provoca que su mirada se levante y su atención se concentre en la fuente de alteración.

Entre el cúmulo de curiosidades que un hombre de su talle posee, Sehun se jacta de decir que es un observador nato. Toma asiento al fondo del sitio, donde la iluminación es más bien tenue y le es posible apreciar el resto del lugar. Ha bautizado la mesa como suya después de aparecer con tanta regularidad y da sorbos cortos a su bebida caliente mientras se dedica a contemplar lo que sucede tras su pantalla.

Para el rubio, las tardes varían según el día. A veces camina largas horas mientras recorre los parques cercanos o visita las librerías con la esperanza de ampliar su biblioteca personal. Jongin suele decir que algún día perderá los pies de tanto vagar y que sería más sencillo si utilizara el automóvil o diera uso a su vieja bicicleta arrinconada en el garaje. Sehun lo ignora — la mayoría de las veces — y vuelve el tema a Kyung Soo, quien ya ha decidido que no quiere liarse con el bailarín sin responsabilidades que duerme hasta tarde y sale de juerga cada velada con su grupo de baile.

Nunca nadie sabe si Sehun duerme temprano o se acuesta hasta tarde. Pero el itinerario nocturno es otra de esas cosas que casi nunca se altera en la vida de Oh. Años de insomnio lo han vuelto amigo del piano de cola, donde interpreta melodías de Lanz a la luz de la luna, o de Yiruma si su ánimo es más bien nostálgico. Duerme poco, como muchos piensan, pero la media va de cuatro a cinco horas por día así que... no está mal.

La campanilla suena al tiempo que la puerta de la cafetería es abierta y Wendy, la mesera, salta a la caza de un nuevo cliente. No se queja, pero Sehun advierte que la chica ha olvidado que su bebida se ha terminado y debe rellenar por cuarta vez aquel envase de porcelana blanca. «¿Acaso vives a base de café?» pregunta ella, con frecuencia. Si fuera otra persona — una a la que Sehun no hubiera pasado tanto tiempo observando — tal vez se limitaría a sacudírsela de encima con una mueca hosca, pero ha visto las marcas debajo de sus mangas y las leves acumulaciones donde el maquillaje se asienta en su piel y sabe que alguien a quien golpean en casa, no le apetece recibir más respuestas amargas. Responde suave y con una sonrisa, aunque tampoco baje ni un mero centímetro aquella enorme muralla que ha erigido en torno a él.

Entre letras y café || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora