Sinópsis

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Esto es algo cotidiano, ver a mis padres pelear mientras finjo no prestarles atención se volvió cosa de todos los días. Y no solo eso. Después de cada pelea viene el mal humor de ambos y luego soy yo quien tiene que lidiar con ello, además, tener que aguantar los malos ratos en clase y el hecho de tener que trabajar por los fines de semana sacan lo peor de mí. En pocas palabras: tres personas con un humor de perros en una casa es una mala combinación.

Pero hoy tengo una razón de sonreír, es viernes. Y como todos los viernes me dirijo a una de las cafeterías más conocidas (por mí) aquí en Renton "Vince's Coffee" a pesar de no ser de las cafeterías más grandes que he visto en mi vida -o más hermosas- a mí me resulta simplemente acogedora. Al llegar el señor Davies me sonríe de manera gentil y en menos de cinco minutos me entrega mi Chocolate Mocha Blanco y un panini.
Me siento en una mesa para dos junto a la ventana y en la silla vacía dejo mi mochila (en la que en realidad solo va un viejo libro que mi madre me obsequió hace años y un par de cuadernos). Me dedico a mirar por la ventana mientras sostengo mi taza humeante e intento dar un sorbo, a pesar de que yo sé que al final voy a terminar tomándomelo cuando este se encuentre casi frío.

—¿Puedo sentarme?

Levanto mi mirada hacia el chico que se encuentra frente a mí y lo estudio cuidadosamente antes de responder.

—No, está ocupado.

—Yo no veo a nadie ahí. —una sonrisa amenaza con formarse en sus labios y para cuando menos lo espero ya se tomó el atrevimiento de quitar mi mochila y dejarla en el piso mientras él ocupa el lugar frente a mí. ¿Quién se cree?

—Mira, no sé quién seas ni me interesa saberlo pero por allá al fondo —señalo la última mesa en el rincón— hay más mesas y sillas vacías que muy bien podrías ocupar. Así que te agradecería que volvieras a dejar mi mochila en donde estaba y muevas tu trasero hacia otro lugar.

Usualmente no suelo ser así de borde con las personas pero este chico no me trae buena espina y no parece del tipo de personas agradables que suelen sentarse en silencio a tomar café. Él parece un tipo exasperante, y no estoy de humor para personas exasperantes.

—Pero me gusta esta mesa, tiene una linda vista y está justo frente al mostrador, de aquí puedo ver qué escogeré sin necesidad de torcerme el cuello además soy una persona bastante amigable y tú pareces el tipo de persona que necesita a una persona como yo en su vida.

Oh no, no acaba de decir eso.
¿Me acaba de llamar amargada?

—¿Me acabas de llamar amargada?

—Yo solo digo que t...

—¡¿Me acabas de llamar amargada?!

—Oh, Oh .—el señor Davis se quita su delantal y se adentra a la cocina.

La mirada del chico delante de mí jamás abandona la mía y su sonrisa comienza a tambalear.

Ahora es cuando agradezco que mi chocolate aún siga tan caliente como al principio.
Lástima que ahora no podré tomármelo.

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⏰ Última actualización: Jul 09, 2017 ⏰

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