Katherina huye de su marido impuesto aprovechando que la caravana donde iba con su marido es atacada por los indios de las llanuras.
La joven llega a las montañas y esta a un paso de morir de hambre y de frío. Es encontrada por un enigmático hombre...
El caballo se desplomo en la nieve, en medio del espeso bosque de las montañas.
El extenuado animal camino conmigo encima aunque hace horas solté las riendas por no poder sostenerlas teniendo las manos entumecidas.
El animal resulto gravemente herido en nuestra huida, aún así no se detuvo de caminar conmigo a cuestas.
A estas alturas ya puedo sentir el intenso frío azotando mi cuerpo por llevar un vestido encima y nada mas.
Estoy sintiendo como la vida se escapa de mi cuerpo como le pasaba al animal que cayo recién en la espesa capa de nieve.
Con las últimas fuerzas que me quedan salgo del costado del caballo que me aplasto. La capa de nieve impidió que mi cuerpo sufriera graves heridas debido al peso del animal. Me arrastro medio metro y me apoyo sentada contra un árbol para morir. Para rematar esta de noche con la luna llena alumbrando en lo alto.
Me alcanzo la noche otra vez antes de encontrar un refugio seguro para guarecerme del peligro.
Los sonidos del bosque, de las aves, y de los animales nocturnos hacen del momento aún mas aterrador. Rezo para morir antes de que me encuentren los animales carnívoros, por que no deseo ser devorada viva. Escucho no muy lejos a los lobos aullar. Están cerca, cada vez mas cerca. ¿Acaso olieron mi aroma y vienen atraídos por mi presencia?. ¿Los lobos vienen hacia mi?. Sé que moriré irremediablemente. Estoy sin fuerzas, y famélica porque llevo sin comer, ni beber agua tres días.
—Dios, no permitas que me devoren las bestias salvajes aún estando viva por favor. Ten piedad de mi.
Siento las lágrimas tibias deslizarse por mis mejillas debido al terror. Lloro de angustia.
Las tibias lágrimas caen por mis heladas mejillas porque ante mi apareció una jauría de lobos excitados, y hambrientos. Estos animales salvajes carnívoros están rodeándome.
Dios me ha abandonado después de todo como castigo por los actos que cometí.
Mis actos de rebeldía me trajeron hasta aquí, pero aún sabiendo el motivo del por qué Dios me dio la espalda, no me arrepiento. Fui libre durante estos últimos tres días.
Me sentí libre como un pájaro luego de huir de una jaula.
Por tres días mientras huía me sentí llena de sueños. Volvería a escapar de esa jaula si pudiera retroceder el tiempo, a lo mas me aseguraría con mas ropa y con un arma.
Cierro los ojos para no ver cuando los lobos me ataquen para devorarme estando viva.
Me preparo para ser hecha pedazos por ávidas y poderosas mandíbulas caninas hambrientas. Mi destino estaba escrito desde el momento en que la caravana de colonos cruzo el río Mississipi, huyendo de los indios que nos seguían desde las llanuras.
Nuestros maridos, quienes toman todas las decisiones quisieron buscar nuevos territorios para asentarse y huir de la depresión económica de las ciudades.
Como otras miles de familias de colonos Europeos, mi marido decidió abandonar la cuidad y probar suerte en el lejano oeste.
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