Mensaje 32:

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Sábado, a las 10:00 p.m. En el bazar.

Aparqué el auto en el estacionamiento del centro comercial

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Aparqué el auto en el estacionamiento del centro comercial. Sequé el sudor de mis manos y miré la hora en mi reloj. Eran las diez de la noche. Matt ya me esperaba adentro en el El Bazar. Era un negocio pequeño pero muy concurrido. Por jóvenes mayormente por lo que siempre estaba lleno, más en los fines de semana.

Recosté mi cabeza en el respaldo del asiento y cerré los ojos con fuerza. No estaba seguro de venir pero Matt me había invitado para que liberara las "malas vibras", como él suele decir. Desde que Gaby se fue no había salido. Únicamente había ido a su casa. El no sabía que seguía enviando mensajes al celular de Gaby, nadie lo sabe. Y la realidad era que no son malas vibras, es que estoy ansioso.

En ese celular habían millones de cosas que harían que sintiera a Gabriela cerca de mi. Era la única manera en la que podría lograr sentir aunque sea una pizca de esa sensación que ella causaba en mi cada vez que la veía o tenía cerca. Ella era muy activa y alegre, todo lo plasmaba en una foto o video. Habría de todo en ese celular, nuestras fotos, nuestros videos, fotos y videos con nuestros amigos, los videos que hacía cuando le llevaba comida a los animalitos de la calle, en fin, un millón de cosas. Un millón de cosas que moría por ver.

Miré mi rostro en el espejo retrovisor de mi Audi. Tenía unas ojeras bastante pronunciadas que por más que intentaba que desaparecieran no lo lograba. No podía conciliar el sueño y a penas descansaba lo suficiente. Todo esto me estaba matando. No tenerla cerca, no poder verla, no poder escucharla, todo me mataba lentamente.

Bajé del auto y me dirigí a la entrada de El bazar. En la barra encontré a Matt con dos de nuestros amigos: Clay y John junto a par de chicas. Me acerqué y saludé.

—¿Que hay hermano?— Matt saludó dándome un abrazo. Luego Clay y John.

—Todo bien.— me limité a contestar. Ya no me sentía tan seguro de haber venido. No era el tipo de ambiente que necesitaba en estos momentos.

—Ven, pidamos un trago para ti.— dijo Clay colocando su brazo por encima de mis hombros. Decidí quedarme porque en realidad quería distraerme un poco y después de todo ya estaba aquí.

Pedimos cuatro tragos, uno para cada uno y comenzamos a hablar de todo un poco. Hablamos de cuando éramos niños, todas las travesuras que hacíamos. Poco a poco fueron pasando los minutos y me sentía más relajado. No sabía qué hora era y ya no sentía los pies pegados al suelo. No sabía cuantos tragos llevaba pero eran más de ocho y decidí que era tiempo de ir a casa.

—Y-ya me voy chicos.— dije alargando la s. Joder, estaba borracho.

—No, te vayas. Es temprano.— dijo Matt igual de borracho, los demás solo se limitaron a mirar. De seguro ni hablar podían. No sé en qué momento no salimos de control.

No Te Olvidaré Donde viven las historias. Descúbrelo ahora