Y TODO COMIENZA....

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Abro lentamente los ojos y lo primero que siento son mis músculos doloridos debido a la mala postura en la que me quedé dormida en una de las tantas clases aburridas.

Me incorporo en la silla y poco a poco voy estirando mis músculos.

Cuando termino me levanto de la silla provocando un chirrido que me provoca escalofríos mientras observo la clase vacía de alumnos.

Extrañada saco el móvil y veo que eran las 18:30 pm y dejo escapar un suspiro de resignación.

Cojo mi mochila y me la coloco sobre la espalda, salgo a paso lento de clase debido a que mis músculos aún estaban un poco dormidos.

Voy caminando por el pasillo de la segunda planta cuando oigo un pequeño ladrido, creyendo que era producto de mi reciente sueño lo ignoré y seguí caminando cuando volví a oír ese pequeño ladrido.

Me giro y me encuentro con una imagen demasiado adorable de un pequeño cachorro color negro con unos brillantes ojos oscuros que apenas se diferenciaban de su pelaje, me agaché y recogí al pequeño cachorro con cuidado entre mis brazos como si estuviera cogiendo un bebé.

Extrañada observo su collar color rojo del que colgaba una estrella de metal de cinco puntas donde en el reverso figuraba solamente su nombre.

El pequeño cachorro al parecer se llamaba Cerbero.

"Como el perro del infierno, que ironía que se lo ponga a un cachorro adorable" pensé.

Con Cerbero en brazos sigo caminando por el pasillo y me paso al observar que hay una luz encendida que se ve a través de la ventana pequeña de la puerta, me acerco a la puerta y las luces empiezan a parpadear hasta apagarse dejando en oscuridad a la clase. Asustada me sobresalto haciendo que Cerbero de un pequeño aullido, con los latidos del corazón acelerados por el susto sigo caminando hasta llegar al inicio de las escaleras cuando oigo el chirrido de una puerta y me giro de forma brusca hacia el pasillo.

"¿Hola?" Pregunto mientras Cerbero se revuelve entre mis brazos.

Me giro para seguir mi camino cuando oigo un estruendo y asustada bajo corriendo las escaleras.

A mitad de las escaleras oigo un portazo, pero no me detengo hasta que llego al final de las escaleras y oigo un grito que me taladra los oídos.

De repente se hizo un silencio, lo único que escuchaba era las dolorosas palpitaciones de mi corazón, me mordía los labios para callar los sollozos que escapan de mi boca mientras comenzaba a temblar.

No podía aguantar más, necesitaba salir de ahí.

Corría por el pasillo rogando una y otra vez que la puerta estuviera abierta. Cuando llegué donde se suponía que estaba la puerta, estaba cubierta de pesadas cadenas que apenas podía mover. Desesperada pensaba que más salidas había en ese instituto y recordé que el gimnasio tenía una puerta trasera que daba a la calle y que apenas se usaba y sin esperar más salí corriendo hacia el gimnasio aún con Cerbero en mis brazos.

Empujé la puerta del gimnasio y el espectáculo que había antes mis ojos era la peor pesadilla que podía haber soñado. Ninguna historia de terror te preparaba para ver el horror que estaba presenciando. Había charcos de sangre oscura y espesa, un fuerte olor a óxido y sal, trozos de carne repartida por todo el gimnasio, esos trozos de carne que pertenecían a mis compañeros cuyas cabezas estaban amontonadas y llenas de sangre por todos los orificios.

Cerbero aullaba y se removía al ver tanta crueldad con la que fueron desmembrados mis compañeros.

Salí corriendo por el pasillo y me escondí en el hueco que había debajo de la escalera y dejé caer mis lágrimas contenidas por el horror mientras Cerbero acompañaba mis lamentos con aullidos lastimeros que no hacían más que romper mi cordura.

Oí susurros y yo solo cerré los ojos.

Volví a oír los susurros que me llamaban y mordí mis labios hasta sangrar.

Los susurros se convirtieron en gritos llamándome una y otra vez.

Alguien gritó mi nombre y todo se volvió oscuro.

Oigo un zumbido que se va haciendo cada vez más intenso hasta que me taladra el oído y me obliga abrir los ojos.

Parpadeo ante la repentina luz que reciben mis ojos, mi vista se va aclarando poco a poco hasta ver la cara de la directora enfadada y entonces recuerdo que me dormí en uno de los exámenes de reválida que tanto miedo me daban.


DULCE PESADILLAWhere stories live. Discover now