Me dijiste que era una locura lo que estabas haciendo, y nos fundimos en un abrazo. Tuviste miedo de seguir, pero te dije que todo iba a estar bien.
Me dio ternura verte de ese modo. Quise cuidarte con cada gesto porque te vi frágil, quizás débil. Pero resultase ser más fuerte que yo.
Conversamos durante horas y volví a llorar. No supe diferenciar la oscuridad de la noche de la de mis problemas. Y volviste a abrazarme.
«Fluyeron de forma rápida y ese abrazo se convirtió en caricias. De pronto sintieron un click, y pudieron saber que eran el uno para el otro. Él tomaba bocanadas de aire por el llanto y ella supo como calmarlo, cómo hacer que dejara atrás todo lo que estaba ahí para atormentarlo.
Intercambiaron miradas y sintieron que se conocían de toda la vida.
Y él volvió a lo que siempre fue. Y la besó. Con las ganas de quién hace tiempo que no besa, y con la dulzura de quién quiere solo proteger. Y ella se sobresaltó y se apartó. Pero no podía ver lágrimas en los ojos de quien se suponía la abrazaba, no podía ver llorar de nuevo a quién ella había consolado.
Él se sintió estúpido y ella se sintió culpable. Y también lloró. Y volvieron a abrazarse.»
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Bendita Casualidad
Teen Fiction«El pañuelo fue lo que lo inició, pero fui yo el que siguió.» Me vi en el abismo y mi vida sentimental había llegado al límite, a pesar que por fuera yo era lo que en esta sociedad se llama 'exitoso'. Demasiado para mi edad, según algunos. Sí fue un...