Hasta la muerte

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Al llegar a su casa Ezequiel abrió su primer cajón de su mesa de luz, tomó una caja roja y por la noche se dirigió al cementerio donde descansaba en paz su amor…

Una vez allí abrió la caja…

Tomó un puñado de pastillas de veneno y dijo “aquí te demuestro mi fidelidad amada mía, con los ojos pintados de negro como descansas tu ahora, con los labios negros y la piel pálida, con 1 lágrima que dura desde tu funeral, con mi vida enterrada frente a mi digo adiós a todos…

Hola de nuevo a ti, mi amor solo es tuyo, y así será por siempre”…

Colocó el puñado de pastillas en su boca y las tragó una por una… se arrodilló en la tierra… comenzó a sentir el frío por sus piernas y brazos, miró hacia el cielo y cayó desplomado por el suelo, demostrando al mundo como amar, convirtiéndose en una leyenda que nunca nadie se animaría a contar para no desprestigiar sus formas de “amar”.

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