Cha Hak Yeon y Kim Won Sik provenían de las dos familias más adineradas del Sur de Corea. Sus apellidos se encontraban por todos lados, desde hoteles, bares, compañías telefónicas, hasta enseres domésticos. Pero a pesar que tanto los Kim como los Cha en el mercado se encontraba uno al lado del otro, eso no quería decir que realmente se llevaran bien, especialmente por la fuerte rivalidad que el mundo financiero les proporcionaba. Ninguna de las dos familias podía verse ni en pintura, tanto Hak Yeon como Won Sik no solo eran los herederos de una larga dinastía, sino de un odio mutuo hacia la familia del contrario.
— ¿Papá, estás seguro?
— Claro que lo estoy, N ¿Por quién me tomas? Mis fuentes dicen que el hijo de los Kim asumirá el cargo dentro de un mes.
— Entonces... eso quiere decir que ¿Ya es hora de que regrese?
— Así es N, así es.
Hak Yeon apodado por su abuelo paterno como N, se había estado preparando para asumir el control total del grupo Cha. Por años estudió finanzas en una de las mejores universidades de Estados Unidos; mientras que Ravi seudónimo con el que se le conocía a Won Sik, lo había estado haciendo en el Reino Unido.
Exactamente un mes después.
Dentro de un ambiente ultra secreto, tanto en N como Ravi, sostenían entre sus manos la decisión más importante de sus vidas. Los bolígrafos fueron bajados después de que ambos firmaran los papeles que los nombraban como los nuevos presidentes de sus respectivas compañías.
— Muy bien Ravi, ahora eres oficialmente el nuevo presidente del grupo Kim... ¡Muchas felicidades hijo! — vitoreó su madre.
— Gracias mamá.
«Ahora queda en tus manos el aplastar a los Cha».
«Ahora queda en tus manos el aplastar a los Kim».
* * *
Según lo previsto, Hak Yeon viajaría de regreso a Corea después de una pequeña escala en Londres, lugar donde se quedaría hasta abordar el vuelo que lo llevaría de regreso a casa, pero para su desgracia eso no ocurrió.
Al salir del comedor del hotel en donde se estaba hospedando, fue tomado por sorpresa por la alarma contra incendios; así que como el resto de personas corrió lo más rápido que pudo hacia la salida más cercana, en donde otras personas ya lo estaban esperando.
— Por aquí es más seguro, señor — le dijo un hombre bastante robusto.
— ¿Está seguro? — preguntó algo asustado.
— Claro.
Caminaron viendo ante sus ojos la primera torre de humo que salía del extremo norte del hotel, pero al doblar en un esquina, sin darle pie a reaccionar sobre lo que estaba pasando, le cubrieron el rostro con una bolsa de tela color negro y lo subieron a una camioneta de vidrios polarizados.
Lo habían secuestrado.
Ravi se disponía a realizar su última rutina de entrenamiento en el gimnasio antes de abordar el vuelo hacia Corea, tenía algo de tiempo y el estar levantando algo de peso, extrañamente eso lo calmaba. Pero al bajar de su coche junto a su maleta habitual, al igual que N, fue interceptado por los de seguridad del edificio, quienes aseguraban que había una posible bomba dentro del lugar. Ravi al sentirse un tanto nervioso de un posible atentado terrorista, prefirió quedarse en la calle y tratar de regresar a su auto, y ese fue el momento en el que como N, también fue secuestrado.