O2

2.1K 221 204
                                    

Cómo deberán comprender, los seres humanos evolucionamos, o fuimos creados, como una especie en la que su punto débil, está el sentir. Sentir es una desgracia, créanme. Es universal, todas las personas, hasta las más malas, hasta las que matan a otras, sienten. Odio, ira, tristeza, decepción, un nudo en la garganta.

De todas las emociones que hay en este mundo, y de todas las que podrían haber, nada podrá superar lo mucho que duele un jodido nudo en la garganta.

Zach Herron entró caminando despacio, como si tuviera miedo de acercarse demasiado, como si le diera miedo escuchar a Corbyn, por que sí le daba miedo.

Zach y Corbyn tenían una relación diferente a las de los demás chicos, ellos eran mucho más unidos y se relacionan de una manera más cercana, eran casi hermanos, pasaban mayor tiempo juntos y eran inseparables, los demás chicos lo sabían, por muy mejores amigos que fueran ellos cinco, la unión entre Corbyn y Zach no se comparaba con ninguna otra. Zach siguió caminando despacio, y Corbyn no podía decir nada.

"—Corbyn."—saludó.

"—Zach."

El chico rompió a llorar.

"—Oh, Corbyn."

Zach lo abrazó y no tenía intenciones de soltarlo. Sintió tensión, sintió como si el sol que iluminaba ese día, le quitaría la capacidad de respirar. Tensión de esas que ni siquiera te dejan caminar, movilizarte, hacerte valer por ti solo.

"—Zach, tenemos que hablar."—le dijo Corbyn. "—Zach. Me voy a morir, y esto es real. No quiero irme, no quiero alejarme de ti y dejarte desprotegido de todas las injusticias que llegarán en tu vida el día de mañana, no quiero alejarme de ti, Zach. Pero estoy enfermo, no puedo seguir así, me duele mucho el estómago, no puedo tragar nada. El doctor dijo que tengo que pesar diez kilos más para poder optar a una operación, y sé que no podré, Zach, sé que no podré."

"—No quiero que te vayas Corbyn, eres mi mejor amigo desde siempre, no puedo dejar que te vayas como si nunca hubieras estado. No quiero que dejes de ser mi otra mitad, no quiero vestirme de negro sólo para despedirte."

Corbyn sintió como una lágrima caliente recorría sus mejillas.

"—Zach, maldición."

"—Escuchame, Corbyn. Tú eres la mejor persona que he conocido en mis cortos 16 años, si te vas de mi lado podría jurarte que seré un muerto en vida, no podría levantarme de mi cama, no podré hacer nada, Corbyn."

"—Zach. Por favor."

El chico tomó la mano de su mejor amigo, y lo miró a los ojos.

"—No dejes de hacer tú vida por vivir la mía de la manera en que la estoy viviendo."

Zach no podía seguir pensando de esa manera, su cabeza estaba explotando y no podía dejar a su mejor amigo como un objeto, no podía sobrevivir de esa manera, es tanto el dolor que Zach ha sentido que el vacío en donde habita vagamente su corazón abunda cada vez mayormente para pasar a su alma, cuerpo y espíritu. Sus lágrimas habían comenzado a ser parte de su organismo y vivía con una mentalidad negativa, esa mentalidad de saber que cualquier día de esos su otra mitad saldrá de su cuerpo y se irá al lugar donde se encontrarían en muchos años más. Es el cielo, ese cielo en el que Corbyn estaría, ese cielo dónde su todo estaría durante los años que Zach seguirá con vida. Estarían separados, y eso era jodido, eso era terrible.

Zach Herron era un chico joven, un chico sensible, enamoradizo, ingenuo.

Aveces, el mundo destina las peores cosas para las mejores personas, el mundo que gira en torno de esos bellos seres humanos les golpea reiteradamente dejándolo echo una lacra, eso pasaba con Corbyn, eso estaba pasando con su mejor amigo, y eso era lo que menos quería en el mundo.

Si Zach pudiera dar su vida por Corbyn, la daría sin pensarlo dos veces.

"—Te odio, ¿Lo sabías?."—dijo el castaño sonriendo.

"—Si odiar significa llorar a este tipo, quererlo más que a ti mismo y desear que viva más tiempo, pues yo también te odio."

Zach rió con lágrimas en los ojos.

"—Ya sabes que nunca he creído en Dios."—dijo.

"—Ajá."

"—Pero he hecho oraciones desde que sé que tienes esta maldita enfermedad."

Corbyn rompió a llorar. Se sentó en la camilla y abrazó fuerte a su mejor amigo.

"—Te darán de alta, lo sé."

"—De eso se trata, ¿No?, de subir un kilo más e irme a mi casa, tener una caída en la calle otra vez y volver a estar en esta mierda de vida."

"—Eres el idiota que más he querido en toda mi vida, rubio."

"—Eres el pequeño que más he querido, castaño."

"—Eres el mejor amigo que quiero en mi vida."

"—Prométeme algo, Zach."

El chico se separó del cuerpo de Corbyn y lo miró a los ojos.

"—Lo que sea."—aceptó.

"—Seremos mejores amigos donde sea que yo esté."

"—Lo juro."

"—Dile a Jack que venga."

"—Nos vemos luego, Besson."

"—Adiós, Herron."

Zach salió y unos minutos después Jack entró a la sala vestido con esa camiseta que llamaban de la suerte. El chico llevaba su medalla de una virgen en la mano, tenía unas ojeras de como mínimo tres horas llorando y toda la noche sin dormir. Sí, Jack Avery era el más débil de esos cuatro chicos que él quería tanto.

"—Jack."

El chico lo abrazó, rompió a llorar y no paraba de sollozar.

"—¿De veras estás aquí?."

"—¿A qué te refieres?."

"—¿Esto en serio está pasando?."

"—Jack."—Corbyn salió del abrazo y le sujetó los hombros, buscando su mirada.

"—Dime que esto no es un sueño."

"—Claro que no lo es, mírame, estoy aquí."

"—Quizás estás dando tu último respiro, la hemorragia fue muy masiva y extensa."

"—Pero me siento mejor, amigo. Tranquilo."

"—Corbyn no quiero que te vayas."

Jack estaba comportándose como una niña de ocho años, pero cuándo una muerte se aproxima, es normal ver cómo tu alrededor se va deshaciendo de a poco, y como tú mundo termina siendo una docena de agujas por día, miles de pastillas y dosis diarias de dolor, mucho dolor.

"—Te quiero, Jack. No me iré."

"—No puedes decir eso."

"—¿Porqué no?."

"—Que no quieras irte no significa que eso no vaya a pasar."

Y esas palabras eran tan ciertas, que Corbyn sintió un dolor en el pecho.

Durante la vida de la mayoría de toda la gente, el dicho “La verdad, aunque duela” no toma mayor peso hasta cuándo en serio no quieres mentirte, hasta cuándo de veras quieres seguir tapando el sol con un dedo para vivir en un bucle de felicidad inlimitada. Pero no, este es el mundo real. En donde la gente muere, y al otro lado del mundo nace un niño, en donde en un país la gente se muere de hambre, y en otros, viven de las riquezas. Este es un mundo injusto.

Bienvenidos a él.

enough. » corbyn bessonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora