Capítulo 4

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Me levanté con un fuerte dolor de cabeza y mire mi despertador.
¡9:12!
Joder, me había quedado dormida.
¿Qué acaso nadie podía despertarme? Estúpida familia.
Salí de la cama y me cambie lo más rápido que pude. Sin ducharme previamente me coloqué unos jeans azules gastados y una camiseta negras. Cogí la mochila y sin nada más salí de mi casa.
El viento frío comenzó a chocar contra mi cara. Quise volver a abrir la puerta para coger algún abrigo pero… adivinen quién no tomó sus llaves.
¡Exacto! Yo.
—¿Necesitas un abrigo?
Mierda, Jaxon.
Me giré quedando frente a el.
—¿No te parece que estas algo tarde?
Bien, Chris, cálmate, no lo golpees.
—Te llevaré a la escuela. —ordenó.
Al parecer toda la familia de Kim tiene esa costumbre de querer mandar a la gente.
—Puedo caminar, Jaxon. —comencé mi camino.
—Llegaras más tarde... —me encogí de hombros. —Al menos llévate mi buzo. —se quitó la prenda frente a mi permitiendo me ver su cuerpo.
Basta, Chris, ya suficiente tu mente vuela con Justin.
—Gracias... Supongo. —sentí el calor en mis mejillas.
—Ve, llegaras tarde. —y sin saludarlo, me fui, literalmente corriendo.
Kim me matará al ver que llegué más de media hora tarde. Y correr no era suficiente, ya que probablemente perdería la primer hora completa.
Corrí como si mi vida dependiera de ellos y comenzando a sentir como mi nariz goteaba agua por choque del viento frío contra mi cara.
Abrí las puertas de la escuela deseando no encontrarme con el gruñón del director. Pero como ya saben, si no es el director es el profesor, quien salía del salón de clases con una rapidez impresionante.
—¡Benson! Llega tarde. —me comentó.
Oh, gracias, no me había dado cuenta.
—¿Lo siento? —me disculpe con una pequeña sonrisa de "niña buena"
—Es la sexta vez este mes. —me regañó.
Y era cierto, había llegado tarde demasiadas veces. Pero vamos, yo no tengo la culpa de tener una hermana completamente empeñada en arruinar mi vida y unos padres que me reprochan la vida por ser el error de la familia.
—¡Oh vamos! No volverá a pasar. —persuadí.
—Eso mismo dijo hace cuatro llegadas tarde.
Mierda, mierda, mierda.
—No te enviaré con el director, pero tendré que enviarte con la consejera escolar.
—Por favor, señor Heggins. No era mi intención faltar a su clase, el despertador no sonó y mi madre no me despertó. Lo siento. —rogué.
—No, Christine, tendrás que ir y explicarle eso a la señorita Pocket.
—¡Bien! No vemos en su siguiente clase. —respondí con fastidio.
Bien, la señorita Pocket era un dolor en el trasero. No sólo era la malvada profesora de psicología sino que también la consejera. Si no estaba fastidiándome en clase, estaba molestándome como consejera.
Toque la puerta de la oficina que se encontraba entre el salón de arte y el laboratorio de ciencias.
—Adelante. —respondió una voz joven.
Abrí la puerta encontrando un hombre con el diario en la mano.
—Siento molestar... —me quede callada al ver quien estaba tras las hojas grises con pequeñas letras.
Esto en serio debe ser una broma.
—¿Enserio? ¿Qué diablos haces aquí, Justin?
Así es, Justin estaba delante de mi. JUSTIN.
—No maldigas, en primer lugar, en segundo, la profesora Pocket ha tenido un pequeño colapso y está en el hospital.
No suelo desearle el mal a nadie, pero odio a Pocket. Y sinceramente me alegra que no esté aquí, al menos por unos meses.
—Solamente he tomado su lugar por unos meses. No supe hasta hoy que mi prima y su mejor amiga estudiaban aquí.
—Esto tiene que ser chiste. ¿No es así? —el negó.
—¿Por qué estás aquí, Christie? —preguntó.
—Porque mi hermana desconecto mi alarma y mis padres no son capaces de siquiera enviarme a la escuela. —tiré la mochila al piso y me desplomé en la silla recuperando todo el aire de la casi mataron que corrí.
—Llegaste tarde. —concluyó.
Asentí.
—Vine literalmente corriendo. —expliqué.
—¿Eso explica el buzo de mi hermano? —miré hacia abajo pudiendo ver el gran abrigo negro que llevaba puesto.
—Salí de mi casa sin llaves y no había tomado en cuenta el frío de las calles. Me encontré a tu hermano y me reusé a que me traiga, entonces me dio su buzo para que no corra solo en camiseta y coja el resfriado que probablemente tendré de todas formas. —conté rápidamente. 
—Bien, solo te diré, y porque no quiero ser malo contigo, Kim está muy enojada, dijo que es como la séptima vez que llegas tarde.
—Sexta. —corregí y Justin me miró mal.
—Quítate eso. —obligó.
—¡No andaré por ahí solo en camiseta con el frío! —protesté.
—Simplemente iba a darte mi suéter, es más abrigado. —comenzó a quitárselo y no pude evitar mirar hacia otro lado.
No más pensamientos insanos con los Bieber.
—Bien. —lo cogí.
—De nada, Christie. —rodé los ojos.
—Gracias, Justin.
—¿Cómo está tu cabeza? —toqué el lugar afectado siento un breve dolor allí.
—Mejorando. —sonrió.
Alguien que le arranque la sonrisa del rostro, por favor.
Bien, debo admitir que los hermanos Bieber están como quieren.
—Creo que será mejor que vaya a clase. —me excusé para no tener que seguir viendo su rostro.
—Bien, cuidate y no te metas en líos. —me miró a los ojos.
—No prometo nada. —bromeé.
—Christine…—reí.
—Bien, lo intentaré. —volvió a sonreír.
Salí de la oficina asimilando mi mala suerte y dirigiéndome al aula de clase.
—¿Dónde has estado, Christine Benson? ¿Y por qué llevas el suéter de mi primo?
Y aquí viene el interrogatorio
—Que te lo explique el. Ya se lo he explicado al señor Heggins, a Jaxon y a Justin. No lo volveré a decir. —respondí con mal humor.
—Tranquila, Chris. Ahora... Explícame. ¿Dónde estabas verdaderamente anoche? Hablé con tu vecina y me ha dicho que tu no llegaste a casa hasta largas horas de la noche.
¡Rayos! ¿Qué le diré ahora a mi mejor amiga? No le diría que me encontrada en lo de su primo. ¿O si?
—Yo... Yo... No... No puedo decírtelo. —respondí.
¿En serio, Christine? ¿Solo eso dirás?
—Bien, entiendo que no quieras decirme donde estabas.
¿A caso ella ya lo sabía?
—Lo siento, Kim. Pero es que estaba algo perturbada ayer y necesitaba otro apoyo que no sea el tuyo. —expliqué.
—Deberías intentar de superar la muerte de Alex.
¿De qué habla?
—¿Qué? —pregunté confundida.
—En el cementerio, allí estabas. ¿Cierto?
Ok, esto era raro.
—Em... Sisi. —asentí con la cabeza rápidamente. —¿Cómo lo sabes? —le pregunte curiosamente.
—Justin te vio. Dijo que pasaba con su auto justo por allí y te vio entrar. —concluyó.
Justin...
—¿Por qué sonríes? —la sonrisa que no sabia que tenía se borró de mi rostro.
—Nada, presta atención. —miré hacia el frente escuchando al profesor quien explicaba sobre las ecuaciones matemáticas de Pitágoras.
El timbre del recreo sonó haciéndome sobresaltar. Era cambio de hora y me separaría de Kim las siguientes dos horas para yo tomar mi clase de psicología y ella economía del hogar.
Tendría que ver a Justin dos horas seguidas si quería aprobar el semestre, lo cual creo que podría llevarme mejor con el que con la señorita Pocket.
—¿Segura que estarás bien? Digo, Justin no te ha caído muy bien, y aunque aún no se por qué llevas su suéter se que de esa clase saldrá humo. —tomó el brazo de Clark quien pasaba por nuestro lado con un libro en la mano.
—Oh, hola cariño. —besó los labios de Kim.
—Dime qué no había examen y solo tienes ese libro porque te gusta economía.
—Hay examen, pero tranquila, es en parejas. —Kim suspiró exageradamente.
—Estaré bien con tu primo. Tu ve a estudiar aunque sea algo. —Kim me lanzó un beso y se fue junto a su novio.
Cuando ya estábamos todos sentados en el salón, Justin entró cerrando la puerta y llevándose todas las miradas de las alumnas.
Hasta la mía.
—Bien clase. Soy Justin Bieber, licenciado en psicología. Estaré reemplazando a la señorita Pocket por unos meses. ¿Preguntas? —Justin me miró por un segundo con seriedad. Sobre todo porqué aún llevaba su suéter puesto.
Tengo frio, no voy a quitármelo.
Justin señaló el fondo de la clase. Khely, quien tenía la mano levantada comenzó a hablar.
—Di tu nombre y has tu pregunta. Yo te haré otra al finalizarla.
—Soy Khely Banderwood y mi pregunta es: ¿Siempre eres así de guapo? —preguntó con descaro.
—¿Siempre eres así de impertinente?
Ohhhh. En tu cara Khely.
Ella se encogió en su asiento y lo miró con furia.
—Tu. —señaló a Kevin del fondo.
—Soy Kevin Frizzmale. ¿Es cierto que eres primo de Kimberly Scott?
¿En que influye esto en la clase?
—Es cierto.
—Habrá favoritismos. —la amiga de Khely susurró cerca de mi y Justin ignoró el comentario.
—No debería tener favoritismos, ya que Kimberly no está en esta clase. Es mi prima y no me gustaría enterarme que alguien la molesta. ¿Alguna vez has ido a un psicólogo? —le devolvió Justin la pregunta.
Kevin solo negó.
—Haber... Tu. —me señaló. Y lo miré confundida. —Di tu nombre y hazme una pregunta.
Díganme que esto no está pasando.
—Christine Benson. ¿No es así?
—Si —susurré.
—Pregunta. —exigió.
—No tengo una pregunta. —respondí.
—Bien, yo si tengo una: ¿Te gusta la psicología?
Oh vamos, Justin. Eso ya lo sabes.
—No, no me gusta. —susurré.
—¿Por qué no?
—No a todos les gusta lo mismo. —respondí.
—Bien, haremos esto, teniendo en cuenta que ya todos conocen las leyes de Gestalt... —se dio la vuelta a la pizarra y cogió un marcador.
Comenzó a escribir teorías y ejercitaciones para que resolvamos.

Rebeldía Al Estilo Christine Benson +16 J.B Donde viven las historias. Descúbrelo ahora