“Mierda, reprobé la prueba de admisión” se decía Francisco mientras se dirigía a casa. Había estudiado casi dos semanas para entrar a Harvard, si entraba, era la tercera generación que entraba a la universidad.
“Mamá, ya llegue del colegio”- Le dijo a su madre.
“Está bien, ya está lista la cena”- Le respondió su madre.
“Mamá tengo un problema que contarte”- Dijo muy preocupado.
“Espera, déjame adivinar, eh… reprobaste la admisión”- Dijo la madre muy confiada.
“¿Oye, como adivinaste?”- Dijo medio sorprendido.
“Me llamaron de Harvard, diciendo que reprobaste, pero que no te rindieras, que lo podrías intentar el próximo año”- Dijo la madre con una cara ni muy feliz ni muy enojada.
“Pero madre, este año debo entrar a la universidad, sino, mi papá no me dejaran ir a Brasil”- Dijo medio ofuscado.
“Mira no sé, pero tendrás que hacer algo. Mira una amiga me dijo que su hija entraría a la nueva escuela que se creó en San Diego llamada como “Kuso ̄ gakkō” o algo así no me acuerdo, dijo que su hijo iba a ir, pero decidió no ir y me dio este pase para que tu entraras”- Dijo mostrándole el pase.
“Está bien iré solo porque quiero ir a Brasil, pero ¿Cuándo tendré que ir?- Dijo con tono de pregunta.
“En dos semanas más tendrás que ir, porque no solo es una universidad sino que es un internado, así que anda preparándote”- Dijo su madre y siguió sirviendo la cena.