Enfermo

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El cielo estaba nublado y cubierto de nubes espesas y oscuras. La lluvia caía lentamente, indicando lo que se avecinaba.

—El cielo y yo estamos igual hoy... —pensó Kariya mirando el turbulento cielo por la ventana de su habitación.

Llevaba ya desde ayer sintiéndose mal. No podía respirar bien y su nariz estaba totalmente tapada por culpa de los mocos. ¡Su voz parecía la de un hombre mayor! Nada más llegar a casa después del entrenamiento se había cambiado y de seguida se había metido en su cama, sabiendo que cualquiera de los dos adultos de la casa se darían cuenta de que algo estaba mal con él. Para su suerte, parecía que ninguno de sus compañeros de equipo se había dado cuenta de su estado, un verdadero alivio para él, no sabría qué hacer si ellos le vieran en tal estado de debilidad.

Por la mañana, la fiebre no parecía querer bajar y a Kariya le costaba cada vez más mantener los ojos abiertos. Quería dormir durante toda su vida y no despertarse nunca. Para su mala suerte y la de los adultos, ellos dos tenían que irse a trabajar, y con ello, habían llegado a la situación a la que estaban.

—Tómate la temperatura cada hora y avisame si sube más, y si ves que te encuentras más mal te tomas una de estas pastillas y me avisas. ¿Si? —ella la miraba con preocupación en sus ojos, quería quedarse de verdad, pero Kariya le había insistido en que no pasaba nada y que se estuviera tranquila. Pero eso no le quitaba la preocupación de encima.

—Que sí... —le respondió Kariya por séptima vez esa mañana, con la nariz aún congestionada. En su mesita de noche descansaba una multitud de medicamentos—. Te avisaré si pasa algo, si la fiebre sube y todo eso... Anda ve, que Midorikawa te está esperando, tenéis prisa no?

La adulta arrugó su nariz, la preocupación abundaba en sus profundos ojos verdes y con el dedo índice se subió las gafas que se estaban deslizando por su nariz. Cogió el maletín que descansaba a su derecha y se acercó al más joven.

—De acuerdo, pero mantenme informada de todo si? —le dice presionando un beso en su frente.

—Que si... —la voz de Kariya se apagó lentamente y se hundió en la blanda almohada, quedando dormido en un instante.

...

Horas más tarde, en el Instituto Raimon, o más en concreto, en su Club de Fútbol, las cosas entre los compañeros se sentían raras. La falta de presencia de uno de sus defensas del equipo se hacía notar. Una vez acabado el entrenamiento, el equipo se reunió en las gradas mientras bebían agua.

—Chicos, sabeis algo de Kariya? —preguntó Kirino a los más jóvenes que iban a la misma clase que el peli menta.

—No —respondió Tenma con sinceridad—. No ha venido esta mañana tampoco...

—Probablemente está enfermo —respondió Nishiki colocando sus brazos detrás de su nuca.

—¡¿Y si ha tenido un accidente?!

—Pero que exagerado eres Hayami —Hamano soltó una risa para subirle los ánimos a su amigo de gafas—. ¡Siempre ves lo peor de las situaciones amigo!

—Chicos, calma, —interrumpió Shindou alzando un poco su voz—. Los padres de Kariya han llamado al entrenador hace unas horas, al parecer está enfermo.

Tenma se quedó un momento callado, con su dedo encima de su barbilla, pensando. Y de repente, sus ojos se iluminaron y una bombilla imaginaria apareció encima de su cabeza.

—¡¿Porque no vamos a visitarlo?! —dijo el chico de remolinos con voz emocionada. Su pequeño amigo Shinsuke lo siguió.

—Si, Si!! —dijo el más pequeño dando pequeños saltitos—. Estoy seguro de que se va a animar y todo de vernos!!

𝙴𝚗𝚏𝚎𝚛𝚖𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora