Hoy estoy cansada, debería darme prisa en volver para acostarme en la cama y despertar al día siguiente. Nunca me ha gustado salir a estas horas de la madrugada a la calle pero quiero llegar lo antes posible para dormir. Tengo las manos cansadas y dolidas por aguantar las tijeras y el dedal, por casi no me corto el dedo y tengo la boca seca. Las callejuelas son algo estrechas y ha empezado a llover, no hay un buen alcantarillado y el olor se mezcla con la ropa que llevo en los brazos recién preparada y lista. Los farolillos y penachos rojos de las entradas de los bares iluminan parte de mi camino, pero veo díficil guiarme por la callejuela. Al fin veo el puente de la ciudad y dispuesta a cruzarlo me encuentro con mi amor platónico, el cual ya hacia tiempo que no veía. No me conocía, pero eso no importaba, se enamoraría de mí y sería mi marido. Dispuesta a entablar una conversación con él, me fui en su busca pero el yendo al otro lado, desapareció.
Llegué a mi casa y me acosté en mi precioso y floreado futón. Cerré los ojos y no pudiendo liviar el sueño me empecé a imaginar una vida con una persona especial, con esa persona especial, en ese momento hubo un cambio en mi cabeza aparte de en mi corazón y mi alma, me imagine una vida junto a él y haré todo lo que este en mi mano por conseguir su amor y afecto.