Introduccion

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"Es hermoso, felino, febril. Michael Jackson, de 39 años, es como el niño que todos llevamos dentro; un niño que desconoce los límites de la realidad. Este espectáculo es un capricho burdo, es narcisismo, es exageración; es magia pura, es fantasía, es movimiento, es desplazamiento, es disimulo, es locura. Baila con elegancia al ritmo de la música, sus rodillas tienen el encanto de Elvis. El suma las cosas poco comunes y extraordinarias que se presentan".

El 26 de julio de 1997 asistir a un concierto de Michael Jackson en el estadio Wembley y escribí esa reseña. Tuve material por un buen rato. "Su mercado complejo del mesías es evidente en cada poro de su piel. Mueve el templo de su cuerpo, y las campanas de su ego replican con la brisa de nuestro sobrecogimiento. Está que arde, es una pantera en el paraíso ingrávido de Astaire. Además, tiene una sonrisa de otra galaxia. Pretende que nosotros seamos los rayos de su luna. 'No me presiones', canta, pero le fascina".

[con los Jackson 5, en el escenario del Mill Run Playhouse, 1974]

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[con los Jackson 5, en el escenario del Mill Run Playhouse, 1974]

En algún momento del espectáculo, salió de un cohete, convencido de que era un astronauta hecho de oro. Miro al público desde lo alto y en silencio derramó amor, a veces hasta por más de 90 segundos. Se apreciaban gánsters y prostitutas como parte de la escenografía, se puso una máscara de lobo para cantar "Thriller", y realizar la puesta ceremonial del guante cuando llegó el turno de "Billie Jean". Se subió en una grúa y quedó suspendido sobre nuestras cabezas para cantar "Earth Song", "como acróbata y predicador". Fingió que lloraba entre las palabras "I'll be..." y "...there", Y resultó más conmovedor que se hubiera llorado de verdad. Un tanque de guerra atravesó una pared del escenario, y Michael lo detuvo; una niña entregó una flor a un soldado, y éste le puso su arma.

 Un tanque de guerra atravesó una pared del escenario, y Michael lo detuvo; una niña entregó una flor a un soldado, y éste le puso su arma

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[Hacia la luna, Michael Jackson en vivo desde Nueva York, 1997]

"Búrlense si quieren, pero Michael Jackson sigue siendo grande. Si el genero musical de quedó chico, no es su culpa. Sin su presencia, los fuegos artificiales del cierre carecen de intensidad. Jackson no tiene reparos, conoce el camino hacia el éxtasis más embriagador, y por ello se le perdona todo. En el escenario, vive muchas vidas tranquilas y suaves. Eso es un espectáculo".

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