Chica Zafiro.

Triste, bonito y trágico.

Muchos me aseguraron que era amor, que estaba enamorado. Pero ¿qué iba a saber yo? Sólo tenía 19 años. Jamás me había enamorado. Nunca fui serio. "Lo de enamorarse esta pasado de moda" o eso me decían. Pero ella era diferente.

Cuando la fui conociendo, poco a poco, me di cuenta de que quería estar con ella, tener algo serio que rompiera todo lo que era mi historial de rollos. Quería una historia sorprendente, un amor sin fecha de caducidad, una persona en la que apoyarme día a día, alguien como Lara. No quería acostarme con ella para irme a la mañana siguiente como si nada, quería dormir a su lado, ver su cara de niña mientras soñaba, y apreciar su despertar, ser lo primero que vea cada día cuando se levante.

Éramos diferentes, ella era Taylor Swift y yo era Tokio Hotel, ella era primavera y yo el frio invierno, ella era blanco y yo negro, discutíamos, nos negábamos, nos enfadábamos pero seguía amandola. ¿Ella me amana a mí? Todo el mundo sabía la respuesta a esa pregunta, pero nadie quería decírmela. Eran dos letras, "sí o no" que podían hacerme feliz o que me alejara de ella. Sus amigas insistían en que me fuera, que la dejara en paz, que iba a romperle el corazón. Ingenuas. No sabían lo mucho que la quería.

¿Y ahora? La sigo queriendo, como el primer día, como el día en que se fue. ¿Dónde estará, joder? Lara, vuelve.