Al verme allí sentado, se quedó sorprendida.
-Has madrugado bastante - dijo, mientras se acercaba hacia donde Karoline y yo nos encontrábamos.
Solté a Karoline, quien aún me estaba abrazando, y me levanté, para saludar a su madre con la mano.
-Quería hablar con usted - dije con un tono decidido.
Karen me miró extrañada, por la formalidad que había obtenido de pronto ante ella.
-¿De que es lo que querías hablar? - preguntó, sentándose en el sillón, para poder sujetar la mano de Karoline.
-Primero de todo- la sonreí - Feliz Navidad - prosegui - Es sobre Karoline - Karen me miro atentamente - Quería... Quería pedirle... - tartamudeaba de los nervios - Quería pedirle que desconectara las maquinas, por el bien de Karoline.
Karen se levanto bruscamente del sillón, anonadada por lo que le había dicho.
-¡¿Quién te crees que eres para pedirme eso?! - alzó la voz ofendida - ¡No eres nadie para decirme eso! - continuó mirándome molesta - ¡Tú no sabes por lo que he estado sufriendo por mi hija, pero no por ello voy a darme por vencida! ¡Sé que mi hija volverá!
-Pero... Pero y... - tartamudee de nuevo ya que estaba notando la tensión que se estaba provocando - Y si... Es ella... ¿Y si ella no quiere volver?.
De pronto Karen se acercó más a mi, para alzar la mano y abofetearme en la cara.
-¡Marchate! - gritó tras ello.
-Por favor, escucheme - le suplique.
-¡Vete he dicho! - alzó la voz, casi gritando de nuevo.
Decidí dirigirme hacia la puerta, ya que Karen estaba muy alterada, pero antes de que pudiera girar el pomo, Karoline me sujeto la mano, haciéndome que girará a mirarla.
-Dile esto - dijo sin más.
Me pare ante la puerta, y tragando saliva, ya que no quería que Karen se molestara con migo, comencé a pronunciar las palabras que Karoline había dicho hace un momento.
-Karen, Karoline desearía poder vivir junto a usted al igual que sus primeros años de vida, antes de que todo esto le sucediera, impidiéndole moverse y hablarle de nuevo - la observaba seriamente, para poder fijarme en su reacción, la cual era estar callada, mirándome con ira en sus ojos - Hay veces que se culpa de la muerte de su padre, ya que por intentar darle unos minutos de libertad, paseando por las calles, tomar aire fresco, pasó lo que pasó - de pronto Karen se acerco a mi, lentamente.
-¿Cómo te atreves a decir todo eso, sin siquiera haber vivido todos aquellos sucesos? - preguntó con el ceño fruncido, quedándose parada a unos dos pasos de mi.
-Porque... - trage saliva - Porque Karoline se encuentra aquí... - hice una breve pausa - con nosotros.
Karen me observó con las cejas levantadas, sorprendida por aquellas palabras que había pronunciado. Incluso yo, estando en su piel, no me creería. Comenzó a reírse, dándome la espalda, para poder acercarse a su hija, tumbada sobre la cama.
-Claro que está aquí - dijo agarrando la mano del cuerpo inmóvil - ¡Está tumbada en esta maldita cama desde hace años! - gritó con lágrimas en los ojos - Y va a estar así hasta que se despierte, porque sé que lo hará - miró fijamente a Karoline - Sé que mi hija volvera, y volveremos a nuestra vida de antes.
-Pero eso no era vida - dije, repitiendo las palabras que pronunciaba Karoline a mi lado - Ella lo que quiere es poder caminar, hablar con normalidad, vivir una vida normal y corriente, sin necesidad a que usted esté en cada momento, cada instante del día a su lado - Karen volvió a posar su mirada en mí - Pero con esa enfermedad es imposible, aunque salga del coma, estará igual, como ahora, la única diferencia que habrá, es que pueda estar con los ojos abiertos.
-Marcharte, por favor - respondió a mis palabras, volviéndose a sentar en el sillón, mirando de nuevo a Karoline - Todo lo que estás diciendo es un sin sentido, sé que mi hija nunca pensaría así.
-Pero...
-¡Vete! - gritó, sin siquiera mirarme - por favor.
Sin decirle una palabra más, me giré hacia la puerta, para salir por ella. Karoline me acompaño, apoyándose sobre la puerta, tras yo cerrarla. Ella me miraba en silencio, mordiendose el labio de la impotencia, sin saber que más decir en aquellos momentos, con lágrimas en los ojos, por ver a su madre de esa manera, sin poder comprender que sería lo mejor para ambas.
De pronto, la enfermera que siempre estaba con Karoline por las tardes, para poder acicalarla, apareció por el pasillo, con expresión sorprendida.
-¿Qué ha ocurrido? - preguntó mirándome - He oído gritos.
-No ha sido nada - respondí, con la cabeza agachada.
Sin nada más que decir, me alejé de la enfermera, del pasillo, y en definitiva, del hospital. Karoline se había quedado allí, dejándome marchar, sin decirme nada al respecto de lo ocurrido.
Cuando me subí al autobús, siendo únicamente medio día, me senté en el asiento, con la mirada perdida a través de la ventana, sin saber qué hacer. Comprendía la impotencia que le podría suponer todo esto a Karoline, pero yo no podía decir nada más para convencer a su madre a que hiciera lo que le pidiera.
Tras llegar a casa, con algunos parientes, dormidos en el sofá cama. Camine cuidadosamente, para no hacer mucho ruido, y entré en la habitación de mi hermano y mía, donde se encontraba Blake, acostado. Subí la litera, sin siquiera cambiarme de ropa, y me acosté sin más, cuando de pronto escuché que se estaba estirando. Me tape con el edredón, haciéndome el dormido, pero desgraciadamente, tras Blake levantarse, subió las escaleras de la litera, para poder quitármelo de encima.
-Acabas de llegar, sé que no estás dormido - dijo mirándome seriamente - ¿Qué has hecho toda la noche? Te fuiste sin más.
-No quiero hablar de ello, Blake - dije, sin darme la vuelta, ya que estaba de espaldas a él.
-Soy tu hermano, y quiero ayúdarte - respondió tranquilamente.
Decidí quedarme callado, para que se marchara, y así lo hizo. Sabía perfectamente que estaba preocupado por mi, queriendome ayudar realmente, pero todo esto era demasiado grande para él, incluso era demasiado para mí. Quería ayudar a Karoline, pero el temor de ver de nuevo a Karen así de molesta e irritada por mi, no me era de buen agrado. Soy persona que prefiere estar alejado de los dramas pero, desde que había conocido a Karoline, todo había cambiado, siendo un tanto irreal. ¿Ver fantasmas? ¿Porqué debía ser yo? Me preguntaba a mi mismo, sin saber la respuesta. Ella había dicho que tenía el don, pero antes de todo esto, nunca había podido verlos, y me hubiera gustado seguir así. De pronto recordé que gracias a ello, pude despedirme de Kyle, lo cual agradecí, ya que me había abierto los ojos para no ser tan cerrado y preocuparme más por las personas. Lo cual estaba volviendo a ser el habitual, preocupando a Blake sin querer, dejando a Karoline a solas.
Me quede tumbado durante horas, mirando el techo en silencio, pensando en todas aquellas personas que se encontraban en mi vida, necesitadas de una pequeña ayuda o de alguien con quien poder estar y sentirse a gusto. Yo siempre había sido una de ellas, con la necesidad de sentirme querido, necesitado. Durante todo este tiempo había pasado desapercibido de todo el mundo, y ahora que había alguien que me había abierto los ojos a otro lugar, donde todos buscan algo perdido, le estaba dando la espalda.
Me levanté sin pensarlo, sabiendo que había hecho algo mal, y eso era haberla dejado sola, con lo que decidí volver al hospital, habiendo pasado seis horas de mi vuelta a casa. Todos se encontraban en el salón, y me observaron mientras pasaba ante ellos para poder salir, preguntándome donde había ido, y al igual que antes, marche sin dar ninguna explicación.
Cuando llegué de nuevo al hospital, dirigiéndome al pasillo donde la habitación de Karoline se encontraba, me encontré a Karen hablando con una señora, al parecer ingresada, ya que llevaba la bata del hospital. Me acerque en silencio, tratando de no llamar la atención de Karen. Al pasar por su lado, pude escuchar su conversación.
-¿Qué tal se encuentra tu hija? - decía la mujer.
-Igual que la última vez que nos vimos - respondía Karen - Pero bueno... ¿Cómo has decidido llamar a tu bebé? - continuó cambiando de tema.
-Rebecca - contestó.
Me quedé pensativo, ya que aquel nombre recordaba haberlo escuchado antes, pero no sabía exactamente dónde.
-Como tú sobrina - respondió Karen con un tono sorprendido.
-Sí - contestó la mujer - Desgraciadamente en este día tan glorioso, por haber podido obtener a mi niña, también perdí a una hermana y a mi sobrina - escuche como la voz de la mujer vibraba, ahogando el sollozo que quería salir de su garganta - Espero que estén bien ahí donde estén.
-Lo siento mucho - respondió Karen - Sé que la pequeña sufrió mucho con las quemaduras, pero esperemos que se encuentren en un lugar mejor.
-Si, gracias - dijo la mujer - Bueno, Karen, ha sido un placer volver a verte, pero ahora he de volver a la habitación para dar compañía a mi ángel.
-Lo comprendo - rio Karen.
Al haberme quedado parado, tratando de recordar donde había oído aquel nombre, pude rememorar el rostro de aquella niña pequeña que recordé hace tiempo, quien ayude junto a Karoline, ¿acaso era ella de quien hablaban?. Karen chocó contra mí, girandome rápidamente para poder sujetarla, ya que iba a caer de espaldas. Me miro sorprendida de verme allí, pero rápidamente frunció el ceño, molesta de encontrarme en el hospital.
-¿Se puede saber qué diablos haces aquí de nuevo? - dijo alejándose de mí, ya que estaba sujetandola para que no cayera.
-Por favor Karen, escucheme - Le suplique.
-Marchate - me evitó, dirigiéndose hacia la habitación - No pintas nada aquí.
De pronto, al ver a Karen acercándose a la habitación, pude ver que Karoline seguía allí plantada, apoyada en la puerta. Alzó la mirada, la cual la tenía escondida entre los brazos, y me vio, apareciendo rápidamente junto a mi.
-Has vuelto - dijo, con una sonrisa en su rostro, mojado por las lágrimas.
-No debí dejarte sola - respondi devolviéndole la sonrisa.
-¿Con quién hablas? - preguntó de pronto Karen, arqueando la ceja.
-Con Karoline - respondí seriamente.
Karen me miró, como si estuviera loco, y de pronto comenzó a reírse histericamente, sin apartar su mirada de mí. De repente, la enfermera que me conocía, se acercó a Karen.
-¿Se encuentra bien? - preguntó preocupada.
Cambiando rápidamente la expresión de su rostro, Karen se puso sería, y con un tono brusco, le dijo a la enfermera :
-Ni se te ocurra dejar entrar a este pirado donde mi hija - dándonos la espalda, y entrando en la habitación, tras terminar la frase.
La enfermera me miro desconcertada, sin saber a qué venía eso, pero desgraciadamente tuvo que pedirme que me marchara, ya que era el mismo pariente del paciente quien pedía aquello, con lo que se me impedía el paso a la habitación. Traté de hablarlo con ella, lo cual comprendía mi sentimiento, pero aún así, no podía dejarme pasar. Tras salir del hospital, aún acompañado de Karoline, nos sentamos en la parada del autobús. Ella agarraba mi mano con fuerza, en silencio, totalmente devastada.
-Volveré a intentarlo mañana - dije, alzando mi mano para alzar su rostro hasta mí.
Ella afirmó con la cabeza, con el semblante triste. Acerque mi rostro al suyo, para poderla besar, tratando de darle un poco de fuerza y confianza a que podía hacer cambiar a Karen de idea.Al día siguiente, nada más terminar de desayunar, salí de casa, dirigiéndome de nuevo al hospital. Al llegar al pasillo de la habitación de Karoline, pude fijarme que la enfermera que me conocía estaba sentada en el banco cercano de la puerta, hablando con un hombre, el cual no podía verle el rostro, ya que estaba de espaldas a mí. Decidí acercarme a ellos, aún sabiendo que tenía prohibida la entrada a la habitación, iba a hacer todo lo posible para quitarme aquella prohibición de encima. Al ponerme a su nivel, dándose la enfermera, cuenta de mi presencia, pude ver el rostro de la persona con la que hablaba, el cual me sorprendió bastante saber de quien se trataba.
-Hola - me dijo el muchacho con una sonrisa, tras verme.
-¿Esdras? - dije anonadado - ¿Qué haces aquí?
-Visitando a mi prima después de la Navidad - respondió mirando a la enfermera.
-¿Os conocéis? - preguntó esta desconcertada.
-Si - contestó Esdras posando de nuevo su mirada en mí - Conocía a mi madre, y le conocí en el cementerio, en una de mis visitas a su tumba.
-¿A sí? - dijo sorprendida - Por cierto - cambió de tema - No puedes estar cerca de aquí, chico - mostró una expresión triste.
-¿Y eso? - preguntó Esdras sorprendido - Lance es un buen chico, no hay porque ser tan rudo - miró a su prima con la ceja arqueada.
-No es que no quiero que esté - respondió ofendida - Es un pariente de un paciente el que no desea que esté aquí, y si le encuentra dentro de la habitación, quien tendrá problemas seré yo.
Esdras la observó en silencio, pensativo, cuando de pronto rompió el silencio diciendo:
-Ésto me recuerda a algo parecido que le paso a mi madre.
-¿A la tía Lisa? - dijo la enfermera mostrando interés.
-Si - respondió Esdras con una sonrisa - El padre de una de los pacientes había denegado la entrada de la pareja de esta, ya que había sufrido un accidente por su culpa - me observó - El chico le explicó lo sucedido a mi madre, ya que era ella quien se encargaba de la chica cuando su padre no se encontraba - cerró los ojos - Y entonces, con todo el coraje que implicaba, le dejaba pasar cuando estaba segura de que el padre no vendría - sonrió, mirándonos a los dos - A día de hoy, están casados, y recientemente han tenido una niña, me parece que se encuentran incluso en el hospital.
-¿En serio? - preguntó la enfermera sorprendida - Que coincidencia más grande.
-Por eso - dijo Esdras, mirando a su prima a los ojos - No impidas a Lance que vaya a visitar a quien quiere ver.
La enfermera se quedó pensativa, mientras posaba su mirada en mi, con semblante serio.
-De acuerdo - respondió sonriente - Si quieres, puedes venir mañana, que Karen suele venir muy tarde, pero no te puedes quedar mucho tiempo, ven temprano.
-Gracias - respondí, agarrando su mano de agradecimiento.
-Por cierto, ya que sabes el nombre de mi primo - dijo de pronto, antes de que marchara - Me llamo Elisa.
-Encantado, Elisa, y de nuevo muchas gracias - respondí sonriente, mientras me alejaba lentamente de ellos.
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Cuando Parpadeas
Mystery / ThrillerLance, es un estudiante de secundaria, viviendo un verano normal junto con sus amigos. Un día, sucede algo inesperado, conoce a una persona, la cual le abrirá los ojos a un mundo que nunca creyó tener el don de ver.