El final

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Y sus lágrimas caían de sus ojos, normalmente de color miel, que ahora se encontraban apagados. Siguieron cayendo hasta sus mejillas, antes rosadas, que estaban pálidas por la fría brisa. Siguieron cayendo hasta sus labios, antes cuidados, que ahora estaban escarchados y secos. Cayeron al suelo, y ella se quedó sin lágrimas, se quedó sin nada.

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