La Compaña de los Espíritus

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Que historias rondan por estos lugares, típico de los viejos pueblos, parecería que uno de sus entretenimientos favoritos fuera inventar esas historias. Bueno, después de todo ¿que más se podría hacer en este lugar en medio de la nada. Kilómetros de bosque se extiende ante mis ojos.

Cuando era niño, recuerdo como mi madre me decía "no te metas en los bosques al caer la noche, no sea y te topes con la Compaña de los Espíritus". Según esto, dicha Compaña era una caravana de espectros, personas que habían muerto por el guía de la misma. Se podía saber que estaban cerca cuando se escuchaba el sonido de una desafinada flauta, si la escuchabas muy lejos, estaban cerca de ti. Si la escuchabas muy cerca, era por que estaban lejos. Salen por la izquierda cuando crees que vienen por la derecha. Por el frente, cuando crees que vienen por detrás.

Eso siempre mantuvo a los habitantes de este pueblo en una constante superstición. Los hombres, no salían a buscar leña, alimento u otro sustento al caer la noche. Los niños, se iban a dormir temprano por miedo a tan siquiera llegar a ver las luces que se divisaban en el bosque, las cuales le atribuían a la Compaña de los Espíritus.

Tras un largo día, haciendo los quehaceres en el campo de las cosechas, me tocó a mí esta vez guiar a las ovejas al establo. Mi padre ya era un hombre viejo y mis hermanos y yo nos hacíamos cargo de todo, turnándonos las tareas para que las mismas fueran más llevaderas.

Mientras guiaba a las ovejas al establo, con ayuda de mi perro Tobby, una de ellas se desvió de la manada, mi me perro rápidamente fue tras ella para tratar de que regresara al grupo, pero se espantó gracias a los ladridos de este, corriendo frenéticamente al bosque. Sin pensarlo dos veces, fui tras ella.

Mis hermanos me gritaban que la dejara, que ya el sol había caído, pero yo, ajeno a lo que decían, continué. Yo no seguía dichas supersticiones, mas que nada, por que nunca me había topado con algo semejante. Todo lo que se sabía de esas historias eran gracias a eso, a historias, ninguna de ellas tenía prueba de haber sido real.

Seguí a la oveja entre los arboles, mientras las voces de mis hermanos se desvanecían lentamente mientras más me alejaba. Podía escuchar a lo lejos los ladridos de mi perro, el sonido de la oveja, pero no alcanzaba a verlos. El sol descendió rápidamente por detrás de las montañas, dejándome en medio de una oscuridad absoluta.

Los sonidos de mis animales se perdieron para mis oídos. No tardé mucho en percatarme de que había perdido el camino por el cual había venido. Olvidándome de mis animales, traté de divisar las luces del puedo para ubicarme, pero no tuve suerte, sin importar a que dirección mirara, no había más que arboles y oscuridad.

Caminaba sin rumbo fijo, acompañado solo con el sonido de mis pisadas en las hojas secas, el sonido de los insectos y del viento. La desesperación se apoderó de mi, me movía por el bosque a paso acelerado, tropezando con los matorrales y las piedras, haciéndome daño con las ramas secas.

Tras lo que me parecieron horas de vagar sin rumbo, me apoyo de un árbol pasa recobrar el aliento. Es entonces cuando me percato de un detalle, ya no había ruido alguno en el bosque, ya los insectos no cantaban, y a pesar de que el viento soplaba y movía las hojas de los arboles, estas no producían sonido.

Extrañado ante esto, reanudo mi caminata. En ese momento algo irrumpe con el extraño silencio que invadía el lugar. Una melodía allá en la lejanía, la melodía creada con una flauta, parecía venir de todas partes. Sentí como se me y heló la sangre. Ese sonido, tan dulce y la la vez tan aterrador.

Corría como loco por el bosque, rodeado de oscuridad, sintiendo como esa melodía aveces se alejaba y aveces estaba muy cerca. Tropecé y caí estrepitosamente por un pequeño barranco. Caí en un pequeño lodoso pantano. Aún aturdido por la caída, me levanto lentamente.

Una luz ligera se divisaba entre los matorrales, imaginé que se trataba de algún pueblo cerca, que tal vez había corrido tanto que me había alejado de los límites de mi hogar. Pero esa idea desapareció rápidamente cuando la luz parecía aproximarse hacia mi. Lo que vi entonces, simplemente no lo asimilaban mis sentidos.

Una figura femenina caminaba a paso ligero, su cabello largo parecía danzar ante un viento inexistente. Su piel era totalmente negra al igual que sus gastadas ropas. Su cuerpo era tan delgado que me sorprendió que hubiera piel en ellos. Sentía que me observaba con esos dos puntos de luz que había en sus cuencas vacías. Sostenía algo con la dos manos, colocado a la altura de los labios. Era una flauta, pero la misma estaba hecha con lo que parecía ser un hueso humano, la melodía suave que producía congelaba mi alma.

Junto a ella, acompañándola, un montón de espectros. La seguían son gemidos prolongados, parecía una macabra sinfonía de voces melancólicas. Dichos espectro mostraban una agonía profunda en sus rostros deformes y miradas perdidas.

La figura femenina se acercó a mi. Estiró su rostro hasta casi rozar con el mio. Con una voz tan suave y aterradora como la melodía que tocaba, me dirigió la palabra "Aún no es tiempo de que te unas a nosotros". Dicho esto, siguió su camino pasando justo a mi lado. Los espectros la siguieron y por unos momentos me vi rodeado de todos ellos, pasando de largo junto a mi. Me quedé pasmado hasta que todo aquello pasara.

El ruido volvió al bosque. El viento y los insectos volvieron a interpretar sus sonidos. Caí de rodillas aún con la mirada perdida. Ahora en mi yacía la certeza de que cuando mi vida llegue a su fin, la Compaña de los Espíritus vendrá por mi.

Les relató Shadow....Dulces pesadillas.

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⏰ Last updated: Jul 15, 2017 ⏰

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