Capítulo 22: Recordando el pasado

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- ¿Cómo te sientes? –le pregunté cuando noté que intentaba que su pie no tocara el piso-

Kian se encogió de hombros.

- Trato de no pensar en mi pierna, ni en todo lo que paso esta noche –me agarró la mano y me guió hacia su balcón- Ven sentémonos afuera.

Nos sentamos en un banco que tenía en su balcón, era uno de esos bancos que estaban colgados con cadenas y se podían mecer para adelante y para atrás. Descansé mi cabeza en el hombro de Kian, mientras él me hacía caricias en la pierna, sumido en sus pensamientos.

Me sentía tranquila allí con él, mirando la noche estrellada y sintiendo el pecho de Kian subir y bajar a ritmo de su respiración pero sabía que él tenía muchas cosas en mente y no quise molestarlo, solo esperé a que este preparado para hablar.

- ¿Vas a quedarte aquí esta noche? –me preguntó esperanzado-

- Mi mamá va a matarme si me quedo aquí, ella piensa que me voy a quedar a dormir en la casa de Anne.

Kian me agarró de la cintura más fuerte acercándome a él.

- Por favor –murmuró- no te vayas, quédate conmigo. 

Su voz sonaba tan angustiada y su rostro reflejaba tanta melancolía que no pude hace otra cosa que abrazarlo y asentir con la cabeza.

- Esta bien, me quedare contigo –le sonreí- no me iré a ninguna parte.

Él se quedo mirándome a los ojos, contemplándome en silencio.

- Siento que no sabes lo mucho que me ayudas –susurró- lo bien que me haces.

Mi corazón empezó a latir con fuerza, puse mi mano en su mejilla.

- Tú también me haces bien.

- No se por qué, juro que no lo se. Puedo haber tenido el peor día de mi vida, puedo haber estado furioso, triste, irritado pero llegas tú y me estabilizas, me das vuelta todo y me haces olvidar hasta de mi propio nombre. A veces me preguntaba cuando me iba a llegar algo bueno.. luego de todo lo que me pasó, y apareciste en mi vida. Eres una de las únicas personas que no quiero perder nunca y eso me aterra.

Fruncí el ceño mientras le acariciaba el pelo para transmitirle un poco de tranquilidad.

- Nunca me vas a perder ¿Qué te hace pensar eso? ―pregunté y luego hice una mueca―. Está bien, algunas veces me pones los pelos de punta, eres fastidioso y la mitad de las veces me dejas en ridículo. Me obligas a hacer cosas que nunca hubiese hecho en mi vida si no hubiese sido por ti y me haces meterme en problemas hasta cuando ni siquiera lo intentas, pero eres el único chico por el que lo haría todo y por el que estaría dispuesta a hacerlo de nuevo. Estaba segura de que ningún chico valía la pena hasta que te conocí. No buscaba a nadie, absolutamente a nadie, y apareciste tú ―le dije mirándolo fijamente a los ojos, y le apreté la mano―. Ahora no esperes que me vaya ni te deje tan fácilmente.

Estaba sorprendida por la facilidad con que me habían salido esas palabras, incluso si era en ese preciso instante en el que me había dado cuenta que todo lo que le estaba diciendo era verdad. Me asustaba, pero no permití que ese miedo arruinara este momento. 

Kian cerró los ojos por unos segundos, creía que trataba de memorizar todo lo que le había dicho. Cuando los volvió a abrir la tristeza que había en sus ojos había desaparecido y en su lugar me miraba con un sentimiento de amor que me abrumó.

Kian alzó la mirada hacia el cielo y pareció estar recordando algo antes de que volviera a hablar.

- Solía tener pesadillas todas las noches ¿sabes? Hace unos días estaba tratando de recordar cuando fue el momento exacto que empezar a cesar, y todo lo que pude pensar es en ti. De hecho, la primera vez que volví a dormir de corrido, sin levantarme en medio de la noche y sin ninguna pesadilla fue cuando dormí contigo en tu casa. Se suponía que me iba a levantar temprano, antes de que tu mamá se despertara y estaba seguro que iba a hacerlo porque suelo despertarme varias veces en la noche y muy pocas veces duermo profundo pero esa noche ha sido la excepción. Tú siempre has sido la excepción a todo.

¡Esto es guerra! [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora