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Llegué a la conclusión de que mi vida era un asco después de que naciera mi quinto hermano. Fue la gota que colmó el vaso de esta familia. Pero, ¡míranos! Si apenas podemos llegar a fin de mes con los trabajos de mierda de mis padres. Sí, es verdad, ellos trabajan súper duro para traer dinero a casa pero... podían habérselo pensado antes de tener a tantos niños hambrientos corriendo alrededor. Ahora todos estamos condenados a no conseguir nada más allá de la secundaria. Bueno, puede que el más pequeño sea superdotado pero eso no lo tendré claro si sigue haciéndose caca encima cada media hora. 

He decidido que lo único bueno que tengo (material) es mi moto de motocross. Algún día formaré parte del equipo de RedBull y viajaré por el mundo con ellos y mi moto. Seré imparable. 

De momento, tengo que conformarme con tener mi propio cuarto en el fondo del garage. 

-Llegaremos tarde como sigas así -le advierto a uno de mis hermanos. Al más peleón y dormilón. 

Me saca la lengua mientras se deja caer sobre la silla y comienza a tomarse los cereales a toda prisa. Saco a mi hermano pequeño de su trona y lo coloco en la mochila portabebés. 

-¿A alguien le falta algo? -pregunto casi gritando. 

-A mí -responde Soledad mientras levanta su mano y me enseña una goma de pelo y un cepillo. 

Le hago una señal para que se acerque, empujo sus hombros para que se gire y comienzo a hacerle una cola bien alta. 

-¿Estamos todos ya? -pregunto por última vez. 

Escucho algunas respuestas y veo otros asentimientos. Suspiro mientras empujo a todos fuera de casa para acompañarlos hasta la parada del autobús y asegurarme de que todos se montan. Ya hemos sufrido algún que otro problema de escapismo juvenil, como si de un aspirante a Houdini se tratara, y mamá quiere que me asegure de que todos llegan al colegio o instituto. Sí podríamos decir que soy hermana a tiempo completo. Estos pequeños renacuajos han destrozado mi vida por completo sin tan siquiera saber que lo hacían. 

Me paso toda la mañana ordenando y limpiando la casa. Desde que terminé el instituto me siento como una criada. Cuando mamá o papá tienen el día libre es cuando puedo ir a entrenar con la moto, aunque la gasolina no es precisamente barata. He visto como mis amigas se iban a la universidad, aunque fuese a una cercana, mientras yo me quedaba en casa cuidando de las irresponsabilidades de mis padres. Mis amigas se cansaron de hablar conmigo de sus fiestas porque decían que yo no mostraba el interés suficiente por sus vidas y yo les pedí "perdón" por no tener el mismo interés que ellas en saber cuál es la forma de acceso a una fraternidad o si el chico con el que me lié la noche anterior se lió ayer con mi compañera de cuarto. 

Mamá y papá llegan un rato antes que los niños por lo que me recluyo en mi santuario, también conocido como garaje. 

-Vamos al supermercado a hacer la compra -anuncia mamá mientras asoma la cabeza por la puerta-. ¿Te apuntas? 

-No, he quedado con un amigo para que venga a echarle un vistazo a la moto -le explico mientras me pongo el mono de trabajo por encima de la ropa. 

Mi madre se acerca y me ayuda a subirme la cremallera, aunque esta está por delante y no necesito ayuda. 

-Papá y yo hemos reunido el dinero suficiente para que puedas viajar al campeonato del Estado si te clasificas -comenta como si nada. 

Aspiro aire que huele a felicidad y me giro rapidamente para abrazarla. 

-Gracias, gracias, gracias... Ya verás cómo gano -le aseguro mientras le doy un último apretón. 

Un ruido fuerte interrumpe el momento, junto con unos llantos y la voz de mi padre riñendo a alguien. Mi madre suspira. 

-El trabajo nunca termina -me dice. 

-Lo sé -susurro mientras se aleja. 

Espero entretenida a que mi amigo venga. En realidad lo único que tenemos en común es nuestro gusto por las motos y nuestra adicción por la adrenalina que sentimos al estar encima de ellas. Si no fuera por esto, no nos veríamos nunca. Hace bastante calor en este lugar y eso que tengo la puerta del garaje abierta. 

Tengo un tipo de broma con mi moto. Mis padres me pusieron Dorothy y como broma decidí llamar a mi moto: Toto. Mis padres creen que es una especie de venganza contra ellos pero en realidad solo es una forma de diversión y por la que no necesité nunca ningún apodo. Normal, con este nombre ya estás lo suficientemente traumatizada... 

Una fuerte corriente de aire entra por la puerta del garaje y hace que una llave inglesa se caiga del asiento de la moto. Me levanto y voy a recogerla, cuando levanto las vista del suelo toda la arena de fuera se mueve salvajemente. Lo que antes había sido un viento fuerte se convierte ahora en un viento imposible de combatir. Llegar hacia el botón de la puerta del garaje me cuesta más que unos cuantos segundos. La arena ha comenzado a entrar en mi santuario y está manchado todo el suelo de granitos. Pulso el botón las suficientes veces como para saber que no funciona. ¡Ni siquiera es la época de tornados, joder! 

Las herramientas comienzan a caer de las mesas de trabajo mientras me coloco en el centro de la puerta del garaje y levanto mis brazos para cerrarla manualmente. Tiro de ella con fuerza pero  soy incapaz de cerrarla, no importa lo mucho que tire o que cuelgue mi peso de ella. No se baja. Cierro los ojos con fuerza cuando la arena entra en ellos y provoca que me duelan y escuezan. Escucho a Toto caerse en el interior del garaje y suelto un montón de palabrotas que ni siquiera logro escuchar. Cuando logro abrir los ojos me horrorizo al vez el tornado a tan pocos metros de distancia. Debe de haberse formado en un lugar muy cercano de aquí. Me giro rápidamente y me tiro a un lado enganchando mis brazos a uno de los muebles más pesados mientras cierro los ojos y rezo todo lo que sé para que el tornado no decida comer humana hoy. 

¡Jodida historia de Dorothy y jodido tornado de mierda! ¡Ya podía haberme tocado ser otra cualquiera! 

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⏰ Última actualización: Nov 05, 2017 ⏰

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LA HIJA DEL TIEMPO (LEJANO OESTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora