El hombre que regreso- Extraños p2

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El tono sosegado de su voz contrastaba con una expresión en sus ojos que helaba.

-Mimea ya tiene una mascota masculina, ya sabías eso. Alex vino furioso a decirme que habías arruinado todo, por lo tanto es natural que te castigue.

-....

-Pensabas que podías tener a Mimea o a quien quisieras? Todo juego, tiene reglas.

En ese momento una voz aguda y femenina provino detrás de la espalda de aquel hombre 

-No es un juego!

El hombre de la cama se sobresalto, alzó el rostro. Detrás de aquel hombre se encontraba Mimea con la cuál había tenido algunos encuentros secretos. La observó atónito.

-Insistió en que le permitiera verte. Bien dice que el amor es ciego, pero tu no tienes ningún derecho a elegir y parece que no lo has entendido. Dilo en este momento.

¿Qué? parecían preguntar sus ojos inquietos. Quizás era porque sabía que era lo que aquél hombre diría después.

-No es verdad que no importa quien hubiera sido? te hubiera dado igual, solo buscabas a alguien para desahogarte, ¿no es así?

Un escalofrío recorrió su espalda. 

No era capaz de negarlo. Esa voz lo paralizó, su mirada era dura. 

Bajó la mirada.

Ese fue el detonante que hizo reaccionar a Mimea

- Es una mentira!, Es de dominio público que van a mantenernos separados. Sabes a quién escogió Alex como mi pareja? a Jenha! por su pedigrí, ese maníaco sexual!, la única cualidad que tiene es su cara. Cada vez que pienso que debo de engendrar un hijo suyo me da asco!. Tu solamente me quieres, verdad?! A la única que amas es a mi.

Aunque todas las palabras de Mimea estaban llenas de emoción, ni siquiera la mitad llegaban a sus oídos. Se encontraba tan concentrado en evitar que ella se diera cuenta de que tan excitado se encontraba, que tuvo que morder su labio para aprisionar cualquier jadeo.

A Mimea solo le habían comentado que a raíz de que se descubriera la relación, él estaba siendo castigado.

Tom se había creído superior a los de su clase, por lo que tomó a una virgen nativa de los blondies. Este era el cuchilleo que se escuchaba en cada corredor de la Academia, sin embargo nadie sabía la verdad: había sido Mimea quién lo sedujo, aun sabiendo las consecuencias de sus actos. 

Estaba molesta por el hecho de que Tom estaba siendo castigado por su culpa. Él quién fue el primero en verla con afecto, ahora, le daba la espalda y todo por este hombre.

Para Mimea era intolerable que hiciera eso. Su silencio alimentaba el nerviosismo que pronto se convirtió en furia. Sin poder aguantarlo más gritó histérica: ¿Por qué estas callado, Por qué no me sostienes la mirada? Contéstame!

Cuando se dio cuenta que ni aún así lograba una pequeña mirada, frunció sus hermosas cejas y mordió sus labios carmín. La espalda de aquel, que ni siquiera había hecho un esfuerzo por refutar las palabras del hombre en lo más mínimo, le pareció de repente, marcada por la traición. 

Las palabras no habían surgido efecto y esto se reflejaba en sus ojos

-Se acabó...

Murmuró el hombre sin verla al rostro.

- Cobarde!-gritó Mimea desesperada

Sintió como si su espalda estaba siendo abrasada y se mordió aún más los labios.

Ahora ¿Qué estaba reprimiendo tan desesperadamente? el sonido de su jadeante respiración o lágrimas? Quizás ni siquiera él sabía qué. 

Detrás de él, los labios de Mimea temblaban, tal y como estaba girando sobre si misma le volvió a su vez la espalda.

-Probablemente esto ha sido una lección para ti también, no?- le dijo el hombre a Mimea 

La mujer salió de la habitación. Una vez que se aseguró de que Mimea ya no se encontraba en la habitación con ellos, se sentó despacio al borde de la cama.

-Bien, después de todo, creo que ya esperabas este desenlace no?- dijo el blondie mientras iba apartando las sábanas, quedando al descubierto la desnudez de Tom.

Aún con su apariencia descuidada, la proporción de su miembro lo hacía una visión sensual para cualquier espectador. 

Bill dejó reptar su mirada por el cuerpo de Tom. En sus ojos no se veía excitación ni emoción alguna, tan solo una mirada desapasionada, pero en cuanto llegó a la entrepierna se obscureció por un momento.

El símbolo de maculinidad de Tom parecía enfurecido y su mente sólo podía pensar en algo: Liberame!



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