Miedo

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Joder... ¿En qué momento...?


No lo podía creer. O,más bien, no quería creerlo. De pie, observaba la figura que yacía sobre la cama del hospital en un silencio sepulcral, sintiendo el impacto de una realidad que me negaba a aceptar. Me aproximé hasta encontrarme a su vera, parándome a contemplar su rostro; tan sosegado, tan inundado de paz. Apreté los puños, resistiéndome a la maraña de ira y angustia que se desataba en mi interior. No podía perder el control y empeorar las cosas. No, con él en ese estado.


¿Quién, en su sano juicio, le haría algo así a Kirishima? Esa escoria era la responsable de que él hubiese acabado casi en coma y con la mayor parte del cuerpo vendado. Y juro que sé muy bien lo fuerte que era Kirishima, por lo que podía asegurar que la violencia había sido excesiva y abrumadora hasta para alguien tan resistente como él. De hecho, si no hubiese sido así...


Sacudí la cabeza,desechando aquella idea enseguida. Kirishima era muy fuerte, y por eso seguía vivo. Confiaba plenamente en su vigor y determinación,casi de forma ciega. Desde el día en que le conocí lo consideré como a un igual, y ambos evolucionamos y crecimos siguiendo nuestros propios caminos. Codo con codo, habíamos trabajado muy duro para ser lo que tanto deseábamos desde bien pequeños.


Sin embargo, no era su luz ni su fuerza lo que sentía que me unía tanto a él. No era la amistad que habíamos forjado desde el comienzo, ni siquiera el apoyo mutuo que habíamos mostrado el uno por el otro en muy contadas ocasiones. Era el miedo, la inseguridad. Por desgracia, convivir tantos años con Deku me hizo ver que las personas más alegres y dispuestas a ayudar sufrían de un vacío atosigante que encontraba realmente molesto.


Y Kirishima estaba muy,muy vacío.


Más de lo que yo estaba.


Más de lo que cualquiera que conociera.


Como las piernas me temblaban, me senté en la cama con las manos sobre el regazo,todavía cerradas a presión. Ese vacío era prácticamente invisible, pero Kirishima lo había estado mostrando en determinados momentos. Nadie, salvo yo, parecía haberlo percibido, y creía conocer la razón: era ecuánime. La única diferencia era que, a pesar de su dureza, su corazón era demasiado blando. Demasiado influenciable. Y dentro de aquel vacío, tan profundo y oscuro, había una sombra mayor que le consumía cada vez más y más.


Y, joder si esto es verdad, me sentía tan identificado con él que no quería dejarle solo. Quería desviar esos malos sentimientos que dirigía hacia sí mismo hacia otro lado, hacerlos desaparecer aunque tuviera que forzarlo. No soportaba ver cómo una luz tan resplandeciente como él se apagaba por nada. Por no darse cuenta de lo mucho que valía. Por sentimientos que nacían de aquella detestable inseguridad.


Me irritaba verle tan mal.


Un leve movimiento alertó mis sentidos, y rápidamente volví la mirada a Kirishima. Estaba despierto y con el cuerpo inclinado hacia delante, con la duda dibujada en su rostro. No apartaba su mirada de mí, como si esperase que respondiera a una pregunta que no creía haber oído. Mierda. Me había sumido tanto en mis pensamientos que ni me había dado cuenta de su despertar.

MiedoWhere stories live. Discover now