Prólogo

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La ojiazul despertó gracias los rayos de sol que traspasaban las cortinas de su habitación. Joder, ¡cómo le dolía la cabeza! Tenía tanto sueño y estaba claro que aún no tenía intenciones de levantarse, así que rodó en la cama hasta que su cuerpo chocó con una espalda bien tonificada.

¿Qué ray...? No me digas que...

Rápidamente levantó la sábana para confirmar sus sospechas y, Santa mierda.

Definitivamente se había acostado con este chico.

Se levantó de la cama y jaló la sábana cubriendo su cuerpo, dejando al chico que estaba durmiendo boca abajo completamente desnudo. Esto le había dejando una bonita vista de su espalda y claramente de su lindo y redondito trasero. Apretó sus labios para que no soltara una carcajada y miró el reloj colgado en la pared, marcaba las 8.37 de la mañana. Mierda, su vuelo salía en menos de cinco horas y aún no había terminado la maleta.

—Tienes que irte ya.— dijo al mismo momento en el que abría las cortinas, dejando que los rayos del sol iluminaran la habitación. Escuchó un gruñido de su parte y puso los ojos en blanco. —No estoy jugando, tengo cosas que hacer.

Salió de la habitación, no sin antes tomar su ropa interior y algo de ropa para cambiarse en el baño, el chico necesitaba privacidad para cambiarse al igual que ella. Ya al estar lista entró de nuevo al cuarto y se encontró con el castaño abotonándose la camisa. El chico pareció percatarse de la presencia de la ojiazul y al momento en el que subió el rostro, ella pudo observarlo mejor. El muchacho era realmente guapo, muy guapo.

—¿Te gusta lo que ves?— una ronca voz salió de los labios del castaño, quien alzó sus cejas gruesas mientras sonreía divertidamente. —Podríamos repetir lo de anoche.

Él comenzó a reír y la muchacha simplemente se quería jalar los pelos. ¿Cómo rayos había acabado con él en la cama?

—Ya, afuera.— espetó empujándolo por todo el departamento hasta llegar a la entrada.

Ella abrió la puerta y se recargó en ésta esperando a que el chico saliera y la dejara en paz, cosa que no pasó, ya que giró sobre sus talones y la miró.

—¿Ni un beso de despedida?

Una sonrisa burlona se plantó en el rostro del muchacho, su paciencia estaba llegando a su límite. Inmediatamente empujó su pecho, corriéndolo del lugar y cerró la puerta en sus narices.

—¡Ni me dijiste tu nombre!

Lo escuchó exclamar del otro lado de la puerta y ella negó la cabeza mientras que una sonrisa se asomaba por sus labios.

•••

—¡Vamos Sky, hay que apresurarnos! ¡No queremos perder el vuelo!

Gritó su mejor amiga mientras caminaba apresurada con los demás, dejándola atrás. Acomodó bien el bolso en su hombro y corrió detrás de sus amigos para no perderlos de vista.

—Dios, estoy tan emocionada.— dijo al llegar a un lado de Sophia, quien era su mejor amiga.

—¡Lo sé, ya no puedo esperar a llegar!

La chica no pensó en mejor momento que este para tomar un foto, sería un lindo recuerdo. Así que sacó su teléfono del bolsillo trasero de los jeans y abrió la famosa aplicación, Snapchat. Apuntó la cámara hacia ellas dos para una selfie y tomó la foto, definitivamente la subiría a su historia.

Hotter than hell » dave franco |EN PAUSA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora