Unico Capitulo

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Admirando la luz de la luna, que se filtraba por las gastadas cortinas blancas de esta pequeña y vieja casita, me siento perdida en una eternidad perfecta que no cambiará jamás.

No sé en donde estoy. No sé como llegué. No sé como salir. Solo sé que me quiero quedar aquí.

No hay nadie además de mi. Solo unas pocas mariposas que revolotean por las bellas praderas. Aquí no está Nori que me haga de comer. No está Shinku para beber el té. No está Jun para gritar. No está Hinaichigo para jugar. No escucho a Suiseiseki llorar.

Aquí nunca es de día. Nunca hay ruido. Nunca llueve y nunca cambia de estación.

Solo estoy yo, estoy atrapada en una hermosa soledad que me convierte en nada, una nada que alguna vez fue algo, algo que ya no existe.

¿Acaso estoy muerta?, ¿puede una muñeca morir? ¿Después del Alice Game, qué sigue? ¿Una eterna paz?, tal vez eso es lo que debe seguir. Aunque no fui yo la que ganó, me siento más perfecta que Alice.

—¡Souseiseki!

Me cubrí mis oídos lo mas fuerte que pude y cerré mis ojos, negándome a escuchar, negándome a saber, negándome a ser alcanza por la cruda realidad de un mundo sin mí. Me arrodillé sobre el césped y con mis manos traté de mitigar el eco que torturaba mis tímpanos, el eco de los gritos de mi gemela, al saber que no volveríamos a estar juntas.

—¡Souseiseki! —lloraba ella por mi desaparición. Podía sentir como abrazaba mi cuerpo de porcelana con fuerza, como si así pudiera detener mi partida, pero yo ya no estaba dentro de él.

—¡¿Por qué tengo que escucharte aquí Suiseiseki?!, ¡¿por qué?! —le grité al vacío esperando ser escuchada, esperando ser olvidada, esperando finalmente ser abandonada para ser libre, pues esta muñeca ha sido rota, ya no puede participar en el maquiavélico juego de Alice, ya no puede ser compañía de nadie.

—¡Souseiseki! —sollozó en un estridente grito que traspasó mis esfuerzos por privarme de ruido alguno. El dolor de su garganta raspada al gritar era claro y palpable a mi oído.

Curvando mi espalda pego la frente al césped, la culpa me golpea pero mi egoísmo es más fuerte. Con sólo pensar en la paz que albergaba dentro de mí, genera que unas insaciables ganas por no regresar y por sólo un momento mirar por mí misma, por lo que deseo hacer, y por lo que mi alma, ya no mi cuerpo, mi alma necesita.

—¡Souseiseki!

—¡YA! ¡BASTA! —grité con todas mis fuerzas dañando yo también mi garganta. Aquella pequeña acción me había costado mucho esfuerzo, por lo que comencé a tomar varias bocanadas de aire para recuperar el aliento y la energía que perdí en solo unos segundos.

Los gritos cesaron. Todo volvió a ser bañado de silencio y perfección. Levanté mi mirada otra vez a la luna. Es tan tranquilizadora la sensación que me transmite verla. Es única.

Una pequeña mariposa rosa comenzó a revolotear cerca de mí, y decidí permitir que se posara en mi dedo índice. Al verla con detenimiento, sonreí gustosa por sentir una presencia familiar.

—¿Tu también estas aquí, Hinaichigo?

Souseiseki [One Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora