1- Justin
Sus ojos azules centellearon pícaros en el espejo del baño de la discoteca, mientras limpiaba una mancha de pintalabios de su cuello con un trozo de papel higiénico.
Pasó sus dedos por su cabello negro y se recolocó la camisa.
La puerta del baño se abrió, filtrando el sonido de la música en el interior. Un chico rubio de grandes músculos le sonrió al verle.
─¡Eh, tú! ¡El del cumpleaños! Las chicas dicen que si quere-mos ir a casa de Helen. Tiene piscina y sus padres estarán todo el fin de semana fuera.
Justin echó un último vistazo a su imagen en el espejo y sonrió.
─Traslademos la fiesta entonces.
Salieron del baño y una joven de larga cabellera rubia con una alta tasa de alcohol en sangre se colgó del cuello de Justin.
─Tengo un regalo muy especial por tu dieciocho cumplea-ños ─Arrastraba las palabras.
Él le rodeó la cintura con sus fuertes brazos y, junto con el resto de amigos, emprendieron la marcha hacia la salida.
─¿Y de qué se trata?
─Cuando estemos a solas te lo doy ─Empezó a reír nerviosa.
Justin subió al Cadillac que le habían alquilado sus amigos como regalo para aquel cumpleaños tan especial y su amiga se acomodó en el asiento del copiloto.
El rubio musculoso pasó a toda prisa con una flamante Duca-ti negra, seguido de tres coches más, repletos hasta la última pla-za con sus amigos del instituto.
Justin hizo rugir el motor del coche y arrancó, dejando en po-cos segundos la calle donde estaba ubicada la discoteca.
En cada semáforo en el que se veían obligados a detenerse, aumentaban el sonido de sus equipos de música y empezaban a cantar, evitando que el ánimo decayera.
La Ducati rugió al lado del Cadillac de Justin y él y su amigo se desafiaron con la mirada.
─¡Dale caña! ─gritó su amiga cogiéndose fuerte del cinturón de seguridad.
El semáforo se puso en verde y los dos vehículos salieron de-jando atrás al resto.
Los gritos de emoción de Justin se combinaban con el rugir del motor de su coche, hasta que la moto le adelantó girando por una estrecha y solitaria calle secundaria.
Las ruedas del coche chirriaron al tomar la curva y, frente a ellos, unos ojos brillantes alertaron a Justin.
─¡Cuidado con el gato! ─La chica se tapó la cara con las manos.
Él hizo una brusca maniobra, cruzando el vehículo para no herir al gato de color negro que, estático, miraba como el Cadi-llac pasaba a pocos centímetros de él.
Justin intentó recuperar el control del automóvil, pero iba de-masiado rápido. Empezaron a derrapar de lado, hasta que una de las ruedas rebotó contra el desnivel de una alcantarilla mal asfaltada, haciéndoles dar dos vueltas de campana.
Los gritos de la chica se mezclaron con el sonido de cristales rotos y los crujidos de la chapa del coche mientras se deformaba.
La cabeza de Justin rebotó contra el volante, haciéndole per-der el conocimiento al instante.
Abrió la puerta de la habitación del hospital de un fuerte tirón y entró seguido de su esposa, que no podía contener las lágrimas.
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COMA
AventuraEn el año 2012, una extraña enfermedad que sume a todos los niños en un largo coma se apodera del planeta. Siete años después, despertarán solos en un mundo en el que la naturaleza ha devorado a la civilización. Sobrevivir no será fácil en esa nueva...