-Cat, concéntrate.- dijo Ladybug a su compañero.
-Eso me es algo difícil de hacer contigo a mi lado, mi Lady.- aseguró él. Con sus codos sobre la chimenea del techo desde el que vigilaban y su rostro descansando en sus manos, el gatuno héroe se había dedicado cerca de los últimos diez minutos a mirar soñadoramente a la muchacha.
-Creí que los gatos eran centrados en lo que hacían. ¿No tienes las características de estos animales acaso?- pregunto ella.
-Oh, sí que las tengo.- respondió él dejando su posición para acercarse a su lado y restregar su cabeza en su hombro.- Pero soy más un gato doméstico.
-¿Doméstico?- dijo extrañada al momento que él volteaba a verla a los ojos con su cara de enamorado.
-Sí. Me gustan las caricias y no me gusta alejarme de mi dueña.- agregó con una sonrisa. Ladybug rió un poco. Adrien era de quien estaba enamorada, pero no podía negar que este chico tenía su lado adorable.
-No tenía idea de que los gatos domésticos fueran tan mimados.- dijo ella deslizando un dedo por su barbilla. El chico ronroneó feliz y le sonrió cuando se detuvo.
-¿Nunca has tenido un gato?- preguntó. Ella negó con su cabeza.- Y, ¿no estarías interesada en adoptar uno?- preguntó poniendo su cara más tierna mientras se recostaba en el regazo de la chica. Ella sonrió y enterró sus dedos entre su cabello rubio, acariciándolo.
-Con mi increíble capacidad para distraerme, estoy segura de que morirías de hambre en unos días.- rió.- Es mejor tenerte solo un rato.
-Me conformo con eso.- concluyó él con una alegre sonrisa cerrando sus ojos.