Cuento completo

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Un derrumbe, un derrumbe es lo único necesario para atrapar 20 mineros, desesperar a 19 familias y conmocionar a cientos de personas.
Uno de los 20 lo sabía bien, echó a correr en cuanto noto el temblor. Una mina no es segura y menos con un terremoto. El minero escapó  hacia la única salida de la excavación. No podía ser tan fácil. Su esperanza cedió a la vez que la viga central del túnel, se encontraba enterrado a cien metros de profundidad. Intento excavar desesperadamente en el oscuro techo de su angustiosa tumba. Una roca, una piedra, una esquirla. El dolor aguijoneó su ojo derecho. Y lo peor no era el dolor, lo peor era saber que no podría volver a ver con él. Intentó encontrar una salida, pero todos sus intentos fueron en vano. Pasaron las horas y junto a ellas sus oportunidades de sobrevivir. Lo peor no era saber que iba a morir allí, lo peor era saber que nadie le echaría en falta. Pisadas. El minero se levantó trabajosamente del suelo y se desplomó sobre el este, abrazando la pared de la que provenía el sonido. A las pisadas se unió el sonido de maquinaria y... taladros. Explosivos.
- ¡Parad !¡Ayuda!¡Estoy al otro lado!¡Parad!- Siguió gritando sin  pausa pero las fuerzas le abandonaban y no obtenía respuestas. Lo peor no fue el sonido de los explosivos, ni las rocas que le sepultaban , lo peor era saber lo que escucharía después: nada.
- Abuelo, cómo sabes que ocurrió?
-Lo sé, ahora duerme.
El anciano le beso la frente a su nieto y salió de la habitación, a la vez que se quitaba el parche de su ojo derecho.

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2017 ⏰

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