Dear Louis

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La carta no decía lo que había esperado, al contrario, decía todo lo opuesto.

Volví a leer la carta. Deseando fervientemente que las palabras que estaban escritas cambiaran a las que yo quería.

'Lo lamento'. Bufé. ¿Realmente lo hacía? 'No es algo que podría haber evitado'. ¡Claro que lo era! 'Se que lo que te pido es casi imposible, pero, por favor, por el amor que una vez dijiste que me tenías, perdóname'.

Arrugué la carta y la lancé lejos. Me pasé las manos por el cabello y grité, porque no sabía que más hacer.

Lo aceptaré, ninguna de las cosas que grité en ese momento era buena o respetuosa, pero en mi defensa, yo era la víctima, no él.

Me dejé caer en el sillón, el mismo sillón que compré, porque a Harry le había gustado.

Nuestro Husky, Peludo, llegó saltando hacia la sala de estar, con el pequeño juguete que rechinaba que Harry (o el Innombrable, como de ahora en adelante me dirigiría a él), le había comprado.

--Hola, muchacho—Le rasqué detrás de la oreja—Ahora será el Innombrable y no tendrás permitido hablar de él.

Peludo ladeó la cabeza. Claramente no entendía quién era el Innombrable, pero tampoco estaba dispuesto a explicárselo.

Había llegado a nuestro pequeño departamento, cansado, pero con la idea de que por fin estaría en mi "hogar". Noté que algo andaba mal en cuanto había entrado. Primero que nada, el acostumbrado 'Buenas noches, Cariño, ¿Cómo fue tu día?' faltaba. Segundo el plato de agua de Peludo estaba vacío y tercero, cuando había ido a tomar una ducha, noté que su shampoo faltaba, al igual que todos esos productos que ni siquiera sabía pronunciar.

Había entrado a la ducha creyendo que quizá el Innombrable había ido a comprar la cena, de todas formas, nunca había sido el mejor cocinero, pero en cuanto noté la falta de productos para el cabello, parte de mi lo había sabido.

Harry se había marchado.

Luego había encontrado la carta.

'Querido Louis', en ese momento seguía albergando alguna esperanza. Nada malo podía empezar con "querido", ¿No?

Pues si. Y luego no había hecho nada más que empeorar. Aparentemente, el Innombrable había conocido a alguien, en un bar o algún restaurante, la verdad es que no lo había entendido bien. Y habían comenzado una "pequeña aventura" que le había hecho recordar lo que se sentía estar vivo. Luego me explicaba lo bueno que ese nuevo sujeto era con él y prosiguió por enumerar todas las faltas que había cometido en nuestra relación. Finalmente, me explicó que se marchaba, pero que luego regresaría por Peludo y sus cosas. Todo eso acompañado por la patética frase "por el amor que una vez dijiste que me tenías, perdóname".

volví a pasar mis manos por el cabello, sintiéndome tan exasperado como cuando había leído la carta por primera vez.

Peludo saltó al sillón a mi lado. El juguete seguía chillando cada vez que el Husky lo mordía.

--Tú no te iras—le revolví el pelaje gris--. Tu no me dejaras. Yo pagué por ti y tus horas al veterinario están a mi nombre.

Peludo me miró como si entendiera por lo menos la quinta parte de lo que le dije y volvió a morder su juguete.

Suspiré y traté de pensar en algo que me animara.

--Ahora si podré imitar a Tom Cruise. Como en Risky Business y ningún Harry Styles podrá evitarlo.

Dear LouisWhere stories live. Discover now