2. Verde

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El ciervo pastaba en aquel claro del bosque, ajeno a los ojos brillantes del humano que estaba apostado a pocos pasos, estaba más que claro que el ciervo aun no lo había detectado porque si no hubiera huido. Pero entonces el joven notó los brazos envolviendole y soltó un grito de sorpresa que espantó al animal, que huyó indignado. El joven se volvió para encarar a su atacante quien se reía con una risa alegre y salvaje.

-¡Dionisio ya te he dicho que no me asustes así! 

-Que mal perder tienes Ampelo. 

Dionisio miraba a Ampleo con una sonrisa que le iluminaba el rostro, llevaba una sencilla túnica marron que le permitía confudirse con los elementos del bosque, llevaba el cabello largo, hecho un desastre, como era tan normal en él. Una cascada de rizos en los que se enredadaban algunas hojas o algunas ramas, resultado de las correrías que ambos jovenes realizaban en aquel bosque. Ampelo hizo una mueca aunque sus ojos brillaban con cariño.

-Eres un salvaje y un desastre. 

-Y tú un temerario, pero este desastre te ama con locura.

Allí entre las ramas y las hojas verdes, entre el musgo y las flores ambos jovenes proceden a hacer el amor sin importarles que al acabar acaben con el pelo lleno de hojas verdes o de ramas. Este ambiente no es el palacio de Tebas, pero Dionisio siente en este bosque una extraña paz y libertad y sí, felicidad también. No siente ningún miedo por las ninfas del bosque o por las bestias que moran allí, las conoce a todas ellas, como conoce a cada fauno que vive allí y con los que siempre acaba compitiendo o recorriendo el bosque cuando hacen una fiesta nocturna.  Dionisio toma la mano de Ampelo entre las suyas y, intentando enderezarse la túnica, ambos proceden a ir en busca de sus compañeros. 

-Hombre, ¡el desaparecido! Buenos días ¿eh, hijo?

Dice Silenio negando con la cabeza divertido al ver las pintas con las que viene su hijo adoptivo, aquel crío al que rescatara de unos monarcas enloquecidos hacía años. Dioniso sacude los rizos rebeldes, intentando quitarse las hojas verdes, el musgo y las ramas de ellos. Ampelo rueda sus ojos verdes ante el caos que está causando el moreno mientras Silenio apenas puede contener la risa

-Ven aquí, desastre

Murmura Ampelo mientras comienza a desenredar con amor cada una de las hojas y ramitas que se han quedado enredadas en el cabello de su amado al tiempo que Dionsio hace lo propio con él, es un gesto extrañamente íntimo y personal, pero no hace falta ser un genio para apreciar a simple vista que esos dos se aman. La manera en la que Dionisio mira a Ampelo, como si fuese lo más preciado que tiene.

Y sí, puede que a veces Dionisio le deje ganar a Ampelo en las competiciones que hacen de lucha y canto, pero eso no es tan terrible, no cuando disfruta de verle tan feliz, tan desafiante y tan temerario cuando cabalga las fieras del bosque. 

¿Quien necesita un palacio de mármol blanco cuando tiene todo lo que anhela en el verde bosque?  

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⏰ Last updated: Feb 02, 2019 ⏰

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