Después de seis largos meses de clase, ocurrió algo increíble, llegó un chico nuevo. Puede que no fuese nada impresionante pero para aquel instituto sí, ya que en todo ese tiempo no había ocurrido nada interesante, siempre era la misma rutina de ir a clase, hacer creer a los profesores que les prestabas atención y volver a casa. Por eso el hecho de que llegase un alumno nuevo alborotó tanto a los demás.
-Chicos, por favor, sentaos- dijo el profesor de matemáticas tratando de tranquilizarnos, pero al ver que fue en vano soltó un suspiro y añadió-. Si no os calláis no dejaré pasar a vuestro nuevo compañero.
El silencio se hizo por fin y, como había prometido, dejó entrar al que a partir de ese momento sería alumno de la clase C. Lo miré, y él me miró, y no sabía por qué pero en ese momento sentí que me faltaba el aire y que mis ojos quemaban tratando de retener las lágrimas que aguardaban tras ellos.
-¿Anabel, estás bien?- preguntó la chica que se sentaba a mi lado.
-Lo siento- contesté yo y, acto seguido, salí de clase lo más rápido que pude sin importarme las quejas y las amenazas del profesor. Odiaba llorar, pero más aún cuando ni siquiera yo sabía el porqué.
-Espera
Me detuve. Había llegado hasta la puerta principal dispuesta a salir de allí pero aquella voz me hizo parar.
-Después de todos los problemas que tuve para poder estar aquí ¿es así como me recibes, Anie?- dijo mientras soltaba una pequeña risa.
Pum. ¿Por qué? ¿Por qué sentía tanto dolor con el simple hecho de escuchar esa voz? ¿Por qué demonios me llamaba “Anie” cuando el único que me llamaba así era…? Espera, ¿quién era el que me llamaba así? Pum. Pum. Mi corazón se aceleraba al mismo tiempo que mi mente trataba de comprender.
-¿Quién eres?- dije con la voz rota por culpa del esfuerzo que estaba haciendo para evitar echarme a llorar.
-¿Me has borrado de tu memoria?
-¿Qué?
-No te dejes vencer Anie, eres más fuerte que esto, lo sé.
-No te entiendo ¿¡Quién eres!? ¿¡Que quieres!? ¿Por qué...- antes de que acabase la frase me abrazó, y sin saber cómo, todo se desvaneció. Solo estábamos él y yo, en medio de la nada.
-Por favor despierta, no te rindas. Si sigues así tendrás que venir conmigo y todavía es pronto para ti. Por favor.
No sabía qué decir ni qué hacer. No conocía a esta persona pero aun así sentí que había estado a mi lado siempre. En ese momento noté que algo rodaba por mi mejilla. ¿Estaba llorando? No, no era yo, era él. Entonces todo se aclaró en mi mente y lo agarre de los hombros para poder apartarlo y mirarlo a los ojos. Esos hermosos ojos que tantas veces me habían ayudado a seguir avanzando ahora lloraban por mí. Me disponía a hablar pero él me interrumpió.
-Esta es mi chica. Sabía que podrías hacerlo- dijo con una de esas sonrisas que me dejaban sin aliento-. Ahora por fin puedo estar tranquilo, así que no te metas en líos y cuídate ¿vale?
-¿Qué? Espera, no te vayas, por favor.
-Te quiero- Dijo mientras desaparecía y se llevaba toda luz consigo, dejando solo oscuridad a mi alrededor-. Ahora debes despertar.
Y desperté. En cuanto abrí los ojos vi la cara de asombro de mis padres, y junto a ellos unos cuantos médicos. Empezaron a examinarme y a hacerme preguntas, pero no pude responder a ninguna, porque estaba recordando. Le recordaba a él, que había sido mi mejor amigo desde los 3 años. Recordaba mi 12º cumpleaños, cuando empezamos a salir juntos. Recordaba aquel viernes, donde nos preparábamos para pasar unos días en la playa, celebrando que llevábamos 6 años juntos. Recordaba aquel camión que se descontroló y cayó encima de nuestro coche. Recordaba el sonido de las sirenas y las palabras de los médicos “Lo hemos perdido”. Recordaba oscuridad.
Volví al presente, y esta vez estaba dispuesta a responder para que mis padres viesen que estaba bien, pero en vez de palabras lo que salió de mi boca fue un grito ahogado y, después de tanto tiempo, noté el sabor de las lágrimas que había estado guardando.
...
Han pasado 4 años desde el día en que te perdí y he conseguido salir adelante poco a poco. Mis padres piensan que debería salir más y conocer gente nueva, pero para mí todavía es pronto, de momento lo único que me interesan son mis estudios. No pienses que me he convertido en una amargada, solamente le doy prioridad a mi futuro en el mundo laboral, además sigo quedando con mis amigas y me divierto mucho. Estoy aprovechando esta oportunidad que me concediste, y quiero que sepas que, a pesar de que los primeros días después de despertar pensé que habría sido mejor no harberlo hecho para estar contigo (sí, lo sé, soy idiota), ahora te estoy muy agradecida. ¿Por qué? Porque mientras estabas a mi lado me has dado a mi primer amigo y a mi primer amor, me has dado confianza y fuerza, me has dado apoyo, y porque incluso tras marcharte de este mundo me has dado algo muy importante, una nueva vida.