-Concéntrate, hazte el favor. Es tu momento, tuyo solo, nadie te lo puede arrebatar, solo tienes que salir ahí con tus compañeros y darlo todo, como haces siempre. Consíguelo. Tú puedes. Has llegado hasta aquí.
Abrí mis ojos después de darme unas palmadas en la cara, intentando ponerme serio ya que estaba absorto en mis pensamientos. Los nervios que recorrían mi cuerpo eran incontrolables. Me encontraba frente a una puerta con mis compañeros de equipo detrás, esperando a que tocase el pomo para dar un paso hacia delante en nuestra carrera.
Silencio. Calma. Esperanza.
Un joven con traje nos avisó de que debíamos salir al escenario ya.
Ruido. Nervios. Miedo.
Abri la puerta con los ojos cerrados. Di un paso hacia delante y abrí los ojos. Miles de personas observándonos. No podía dejar a mi equipo detrás asi que avancé mirando al frente ya que pensar que tanta gente estaría clavando su mirada en nosotros me ponía tenso. Aunque también me excitaba.
Nos sentamos en nuestros respectivos sitios dispuestos a jugar y a darlo todo.
Era la final del campeonato mundial de League of Legends. Para muchos, sólo un videojuego. Para otros, diversión, entretenimiento. Para unos pocos, significaba lo más grande.
Esos últimos éramos nosotros, un equipo recién llegado con mucha pasión. Novatos profesionales podíamos llamarnos, ya que comenzamos a jugar la SuperLiga ese mismo año. Nos clasificamos para la propia Liga Europea, ya que la SuperLiga se trataba solo de la liga española. Nos desempeñamos tan bien en la LCS (La Liga Europea) que nos registraron en el campeonato mundial.
Y aquí estamos. Un equipo recién llegado con mucha ilusión dispuestos a enfrentarse a el equipo que ha ganado tres años consecutivos los mundiales.
El temido por todos y cada uno de los equipos, SK Telecom 1. Ese nombre hizo historia.
Y nosotros teníamos intención de cambiar la historia.