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→35 [narrado]

Mía.

Abrí la puerta con las manos temblorosas y ahí estaba él, tan atractivo como siempre, o quizás más.

—Puedes estar tranquila, he estado mirando alrededor de la casa y no hay nadie— me dice desde la puerta.

—Gracias, estaba algo asustada—digo algo avergonzada— ¿Quieres pasar?— pregunto haciéndome a un lado.

Tras asentir con la cabeza, pasó a la casa. Mientras yo cerraba la puerta, el miraba la casa. Supongo que mi tío nunca lo trajo aquí.

—¿Quieres tomar algo?— pregunto, pero mi voz sale algo temblorosa.

No entiendo que cojones me pasa. Bueno si, estoy esperando a que me mande a la mierda.

—¿Tienes cerveza?— me pregunta y yo asiento— Pues una cerveza estará bien.

Le pido que tome asiento en el salón y yo voy a la cocina por una cerveza. Una vez que estoy de regreso, lo pillo mirando unas fotos que mi tío tiene allí. En la foto que está sosteniendo entre sus manos aparecen mis padre y mi tío junto a mi.

—Eso fue el año en el que mis padres murieron— digo poniéndome a su lado.

Él me observa y en sus ojos puedo ver que siente lástima por mi. Yo no quiero darle lástima. Así que le doy la cerveza y salgo de allí para encerrarme en mi habitación. Seguramente pensará lo peor de mi y se irá, pero no soporto ver ese destello de lástima cuando las personas me miran.

Pero para mi sorpresa le oigo entrar en mi habitación. No me giro a mirarle, porque me da vergüenza que me vea mal. Siento como sus manos se posan sobre mis hombre y las mueve con suavidad.

—Lo siento— intento no sonar muy afectada— Por todo, por ponerme celosa cuando no debía, por culparte porque Jack se enterará y por huir de ti— finalmente me giro para observarlo.

En sus ojos ya no veo rastro de lástima, si no de preocupación.

—Yo también me he puesto celoso y también tengo la culpa de que ese idiota te insultara— dice acariciando mi mejilla— Pero me gustaría que me explicaras qué he hecho para que salgas corriendo.

—No soporto que me miren con pena por lo de mis padres. Me enfurece, porque la gente que me mira así me ve como una huérfana que no podrá hacer nada por si misma— le digo sin apartar la mirada de él.

Él me mira por unos segundos sin decir nada, solo pasa su mano por mi espalda haciéndome temblar.

—Siento haberte hecho sentir así— empieza a hablar— pero yo se perfectamente que eres capaz de hacer lo que sea, nunca pensaría eso— dijo pegándome más a él.

Sus labios están a centímetros de los míos y eso hace que algo en mi se desespere por besarle.

—Bueno ya que todo está medianamente aclarado, por qué no me besas y lo hacemos— digo mientras sonrió y le guiño un ojo.

Él suelta una carcajada antes de cogerme entre sus brazos y llevarme a la cama.

Allí me besa una y otra vez. Poco a poco va quitando nuestra ropa para luego perdernos el uno en el otro.
Reparte caricias por todo mi cuerpo y me hace sentir increíblemente bien.

Le oigo soltar un gran gemido y luego cae sobre mi cuerpo. Yo beso repetidamente su cuello. Mi cabeza no para de darle vueltas a lo que acabamos de hacer. Ha sido bastante diferente a cuando lo hicimos en su casa, más intimo y suave.

Mientras mis manos vagan por su pecho, las de él acarician mi pelo con suavidad.

—Te propongo un trato— dice rompiendo el silencio.

Yo lo miro esperando a que continúe. Se le ve contento.

—Dejemos de tener sexo con otras personas. Solo entre nosotros, pero sin ser pareja— explica mientras se acomoda en la cama.

—¿Quieres decir que seamos amigos con derechos?— pregunto sentándome a horcajadas encima de él.

—Algo así, pero solo nuestro. Así evitaremos los celos— explica.

Y aunque no sé como me va a afectar este nuevo cambio, me gusta la idea.

—Es una buena idea.

—Entonces... ¿trato hecho?— me dice extendiendo su mano.

—Trato hecho— digo aceptándola.

Sonriendo me acerco a su boca y lo beso pausadamente.

—¿Aun te quedan energías?— digo moviendo mis caderas contra las suyas.

—Claro— me dice antes de besarme.