Esta vez ya no podía más, le daba igual ocultar su húmedo rostro. Se había quedado sin nada, y lo vuelve a recordar, el trágico accidente que cambió su vida.
Cuando ella tan solo tenía ocho años perdió a sus padres en la carretera, y aunque ya hace diez años de su pérdida, lo sigue recordando cada día.
Se quedó con su hermano, tres años mayor que ella. Aaron se fue cuando cumplió los dieciocho, prometiéndole a Margaret que volvería a verla. Hace tres años que no le vé y aunque no pierde las esperanzas de que vuelva, sabe que no va a volver.
Suena el timbre, y Margaret sumida en sus pensamientos, vuelve a la realidad.
- Cielo, es la hora de las visitas, debes estar en cuanto antes en el salón. - Me dice Ángela, la señora que nos cuida en el horfanato, está conmigo desde pequeña y le agradezco todo lo que ha hecho siempre por mí.
- Sí, enseguida voy Ángela. - Le digo con voz cansada, la verdad que hoy no me apetecen visitas.
Una vez a la semana suelen venir familias que quieren adoptar, pero siempre se fijan en los pequeñines. Aunque al cumplir los dieciocho puedes elegir entre quedarte o marcharte.
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Al entrar al salón me fijo y Ángela no está. No muy convencida de ello me tumbo a leer, esperando a que llegue.
- Es necesario que tenga esa edad? - Escucho preguntar a Ángela desde la otra parte de la puerta.
- Sí, la cuidaremos, lo prometo. Sólo diganos su nombre y sus datos. - Responde una voz masculina, parece un adolescente.
- Margaret Gómez Vértiz, 18 años, estatura media. - Le dice Ángela no muy convencida.
- Bien, le prometo que no le faltará nada. Cuándo nos la podríamos llevar? - Contesta otro chico diferente.
- Voy a buscarla, no sé dónde puede estar.
Ángela viene hacia mí con una maleta, no entiendo que pasa y a qué ha venido esa conversación, con esos tipos que ni siquiera me han visto.
- Margaret cariño, tengo que hablar contigo. - Me dice con su dulce voz.
- Quiénes son esos tipos y porqué les ha dado mis datos? - Respondo seria, la verdad que no me gusta hablarle así pero no estoy de humor y mucho menos después del día que llevo hoy.
- Ya, mira... son dos adolescentes, dicen que son multimillonarios y que sus padres no pueden venir por cuestión de trabajo. Te quieren adoptar y no me han parecido malos chicos aunque al ver que no traen autorización de sus padres, te irás con ellos y en una semana vendréis los tres a firmar un papel.
- Pero Áng... - No me dejo terminar.
- Nada de peros querida, ya lo hablamos. Mañana a primera hora estate lista. - Sé que ella quería que me alejara de aquí, ya que solo me trae recuerdos pero no hacía falta ese tono.
- Vale, solo digo que si no me gusta, vuelvo. - Digo mas seria y cortante de lo que debía.
Mientras me despido de Ángela, consigo ver a un chico que no está para nada mal y me recuerda a Aaron, otra vez recuerdos. Prefiero irme a descansar ya que se avecinan unos días aterradores.
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- Buenos días! - No me gusta que Ángela me despierte tan activa, me pone de los nervios y me niego a levantarme. - Vamos Margaret, arriba! - Empieza bien mi día.
- Ya voy, ya voy. - Ahora que lo recuerdo, hoy me voy de aquí y tengo que despedirme de todos.
Aunque no lo parezca, llevo aquí diez años y he hecho algunos amigos. Me despido de ellos y hago mis maletas. Lista para irme, llego a la entrada encontrándome con una muy sonriente Ángela.
- Oh querida, estos son tus supuestos hermanos, vamos saluda. - Me dice tan sonriente.
- Emm... hola. - La verdad que parece que tengo a dos monitores de natación aquí delante pero paso de ser agradable.
- Hola bonita, yo soy Jack. - Me dice el rubio de ojos marrones.
- Buenos días princesa, me llamo Marcos. - Contesta el moreno de ojos color miel.
La verdad que son bastante guapos, supongo que me gustará vivir con ellos aunque deben saber unas cuantas cosas.
- Yo soy Margaret. - Les digo muy fría, la verdad que no confío en ellos, no confío en nadie desde que estoy sola. Me he creado una barrera para que nadie pueda destruirme.
Me despido de Ángela, a la que se le cae alguna que otra lágrima y me desea felicidad. Yo le prometo que volveré a visitarla y que no la olvidaré.
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Déjame desahogarme.
ContoLa vida no es tán fácil como parece, vive en un horfanato y no tiene noticias de su hermano desde hace tres años. Está sola en el mundo y espera con todas sus fuerzas sonreir de nuevo. Margaret se encontrará a personas que le cambiarán la vida, y lo...