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Choi Minho despertó en un lugar blanco, con una cama incómoda y casi plastificada, las manos ardiendo y un dolor de cabeza tremendo. Abrió los ojos y lo primero que vio fue la preocupada cara de una enfermera. Se asustó, arrugando sus propias sábanas y haciéndose un ovillo en ellas. Estaba temblando y su cuerpo se empezó a calentar de nuevo.

-Tranquilo, no te vamos a hacer daño. - Susurró la mujer, evitando tocarlo para no ponerlo más nervioso. - ¿Te duele algo? Estabas bastante lastimado cuando llegaste, incluso tenías algunas quemaduras menores.

El castaño se sentó de nuevo, con las piernas cruzadas sobre su regazo y observó detalladamente con sus enormes ojos la habitación. Era espaciosa. Había un sofá pequeño en una esquina, una televisión instalada en la pared, aire acondicionado y lo que Minho no veía en meses: ventanas. Había una justo al lado de su cama y se estiró para ver a través de ella. Entonces notó que no estaba atado.

Miró directamente a la mujer, casi con un signo de interrogación estampado sobre su frente.

-¿Dónde estoy? - Preguntó, apretando ambos lados del colchón.

Se fijó en sus propias manos, estaban limpias. Tenía varias cicatrices que sabía que estaban ahí antes e incluso raspones que no habían sanado del todo. Volvió a dirigir su mirada hacia la enfermera, quien se acercó a acomodarle la almohada tras su espalda. El joven observaba todo absolutamente reacio a su alrededor.

-Estás en el Presbyterian Hospital, hijo - respondió ella, cubriéndolo con la sábana. - Voy a llamar al agente Kim, ¿de acuerdo?

Kim Kibum esperaba pacientemente en el pasillo del hospital a que el ocupante de la habitación 1312 despertara. Llevaba catorce horas en un profundo sueño y los doctores afirmaban que estaba bien, lo único que tenía era el golpe que se había dado al desmayarse y unos cuantos moretones viejos. No estaban muy preocupados por el hecho de las marcas de atadura que el chico que tenía en todo el cuerpo, al contrario que él mismo.

Kibum, con su cabello rubio y sus ojos astutos, era agente en el Departamento de Policía de Nueva York. Tenía 23 años, era Libra y sus padres eran ciudadanos estadounidenses nacidos en Corea del Sur. Toda su vida había estado en el país de las cincuenta estrellas, hablaba inglés a la perfección además de otros tres idiomas, entre los que estaba el de sus padres. Tenía una personalidad muy abierta y sociable, aunque en ocasiones se podría considerar demasiado "especial" con sus amistades. Su prima, Kang Seulgi, siempre le presentaba gente de su trabajo para salir de fiesta pero él se rehusaba a entablar relaciones más serias con ellos.

Había acudido al abandonado hospital de Saint James en cuanto le indicaron las actividades ilícitas de los dueños: Patrick Swanson, un ex-médico militar y Rebecca Nelson, enfermera que lo seguía a todos lados. Según sus superiores, mantenían cautivos a adolescentes que encontraban en las calles y los mantenían en una red de trata de personas.

El rubio condujo hacia el alejado lugar y cuando pudo infiltrarse, escuchó los primeros gritos provenientes del edificio. Rápidamente informó a la central y pidió refuerzos. Fue cuando se dio la explosión inicial que se decidió a entrar a la propiedad, con su fiel Glock 9mm enfundada en su pantalón. Tenía un apodo entre sus colegas, era Key. La llave maestra. Y en poco tiempo logró abrir el candado rústico de la vieja entrada, justo a tiempo para ver una segunda explosión y alcanzar a oír los gritos de un hombre mayor.

-¡Tranquilo, Choi! - Chillaba entre el ruido de los tanques de gas - ¡Vas a...

La voz del señor fue ahogada por el sonido de una explosión con un tono diferente. Key conocía la forma en que un tanque o un auto volaban en pedazos pero ese fue un tipo diferente. Húmedo y con trozos sólidos pegando en las paredes del hospital. Corrió hacia la arboleda frente al edificio y se pasó unos minutos tratando de divisar la entrada del lugar. Cuando por fin llegó, había un chico cargando un cobertor con ambos brazos. El chico estaba de espaldas. Se percató de que el joven era alto, bastante y después de inspeccionarlo desde una distancia segura, se acercó a él, sosteniendo su arma con las dos manos.

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⏰ Última actualización: Jul 20, 2017 ⏰

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