-Camila. - Ella conocía perfectamente esa voz y casi por instinto esbozo una sonrisa. Sintió unos brazos rodear su cintura y sus manos se colocaron por encima de las ajenas mientras aquella persona posaba su mentón sobre su hombro. No hubo más palabras. En aquel momento, eran sólo aquel par de amantes a la luz de la luna, mirando por el balcón del piso 16 del edificio en el cual pronto compartirían toda una vida entera. Observando la ciudad iluminada, los carros ir y venir; personas más, personas menos y la playlist de Spotify que Camila estaba escuchando mientras tomaba un poco de aire cuando decidió salir allí. Y como si se tratase del final feliz de una película cliché de romance, pronto el reproductor comenzó a sonar con Ed Sheeran, All of the stars creo aún más magia en ese momento. Y es que, aunque normalmente el cielo mantenía ocultas a las estrellas por la contaminación de la ciudad de New York. Aquella noche, aquel manto pareció dar paso a las estrellas y se encontraron bajo el abrigo de todos y cada uno de los luceros. Sin duda, una escena perfecta para su final feliz, pero aquel no era su final, tan sólo se trataba el principio.
-Lauren. - La morena rompió el silencio finalmente y con sus dedos acarició los nudillos de aquella chica de ojos esmeralda, ésta le regalo una sonrisa como respuesta. Camila aún no podía creer que aquella mujer que le sostenía como si fuera el ser más frágil del mundo, pero a la vez le sujetaba con suficiente fuerza para hacerle sentir seguridad y abrigo, en pocos días sería su esposa. Las cosas entré ellas ocurrieron de una forma en la que ninguna imagino que algún día estarían en ese punto, pero ambas estaban agradecidas por ello.
3 años antes la latina no imagino que ir a cubrir aquella guardia que su amigo Artur le pidió cambiaría su vida por siempre. Tal vez no estaba emocionada por ello, después de haber dormido apenas un par de horas el día que le toco descanso, ahora tenía que cubrir un turno de 36 horas sin dormir. Era de noche cuando Camila cubría el servicio de urgencias, de pronto se escuchó la torreta de una sirena llegar y las puertas se abrieron de par en par mientras los paramédicos traían consigo a una chica de tez blanca. Gran parte de su rostro estaba cubierto con sangre, tenía una fractura expuesta en la pierna derecha y múltiples golpes y abrasiones en el cuerpo. Sin pensarlo, se acercó a recibir a su paciente, los paramédicos dijeron que había tenido un accidente mientras iba en su motocicleta, afortunadamente ella tenía casco, sino quizás su cuerpo habría sido llevado a otro sitio y no a ese hospital. Ese fue su primer encuentro.
- ¿En qué estabas pensando? – Pronto se vio interrumpida en sus pensamientos por aquella chica que había entrado a su vida, se había adueñado de su mente y de sus sentimientos. Se liberó un poco del abrazo y se giró quedando frente a frente, observo aquellos profundos ojos en los cuales amaba perderse y rodeo su cuello con los brazos quedando aún más cerca una de la otra.
-Recordaba el día que te vi por primera vez, ¡vaya entrada Jauregui! -La contraría no pudo más que reírse por su comentario, después de todo, tenía razón. Algunos impresionan a la chica que les gusta colocando mantas en sitios importantes de la ciudad, otros llevando infinidad de rosas, con pancartas y un oso grande; pero Lauren. Bueno, Lauren llegó en una ambulancia, prácticamente bañada en sangre, con los signos vitales apenas presentes y sin la certeza si sobreviviría aquella noche. Ese era el ingenio Jauregui, nada dentro de lo común. Y si bien ninguna sabía que sería así de importante una de la otra, esa primera impresión fue la pauta para su ahora relación.
-No podría olvidar ese día Camz, salvaste mi vida. No sólo me refiero a que literalmente salvaste mi vida, sino a que tú fuiste la luz en medio de toda la oscuridad que había en mi vida. – La pelinegra hizo una pausa recordando noche en la que tuvo el accidente, iba demasiado rápido en la motocicleta, sabía que era peligroso, pero no le importaba. Su vida no le importaba más. Ella venía sintiéndose cada vez más vacía y sola. Y era irónico cuando había miles de personas diciéndole en todas las redes sociales que la amaban, ovacionando su nombre en los conciertos e invitándole a salir y estar en los mejores eventos. Pero era así. La fama, el dinero, el éxito y aún las personas que la rodeaban, nada de eso lograba llenarla. Y se sentía sola, sola en medio de todo eso. A fin de cuentas, no tenía amigos reales, sabía que quienes estaban a su lado era sólo por interés. Ella había alejado años atrás a las únicas personas que le habían amado incondicionalmente: su familia.
- Y tú le diste sentido a la mía – Esbozó una sonrisa y pronto la ojiverde sintió unas suaves manos sujetar sus mejillas mientras sus frentes se unían. Camila no pudo ser más sincera en aquel momento, sus padres siempre habían querido que ella fuera doctora un día y ella con afán de complacerles estudio aquello aun cuando a sus quince años tuvo oportunidad de perseguir su más grande sueño: La música.
Los ojos de Lauren se cerraron un instante, quería enmarcar aquel momento en una fotografía como esas que tanto amaba tomar, era simplemente perfecto. -¿Sabes Camila? Las cosas más preciosas tienen secretos, así como las estrellas.
-¿Y cuál es tu secreto Lauren? – La morena acariciaba de forma dulce con sus pulgares las mejillas de su prometida mientras esperaba la respuesta de ésta. Ahora sus ojos se posaban en aquellas esmeraldas que de igual forma se perdían en sus pozos cafés los cuales eran tan embriagantes como aquella bebida que tanto le encantaba beber por las tardes.
-Soy un unicornio y los unicornios son mágicos -Ambas rieron por aquel comentario, la morena ladeo un momento el rostro y después volvió a verle sonriendo, por un instante coloco la lengua entre sus dientes como tenía costumbre hacerlo y después de meditar un momento siguió aquel juego de su amada. Lo que Camila no sabía es que "entre broma y broma la verdad se asoma", quizás Lauren realmente no era un unicornio, pero escondía un secreto que indirectamente le había revelado a Camila.
-Entonces Lolo, ¡yo soy un Dragon! -La ojiverde no pudo más que sonreír y dejar un corto beso en los labios de la más pequeña, le causaba tanta ternura y felicidad el haber encontrado alguien así en su vida. Una persona con la que podía compartir absolutamente todo, desde sus dudas existenciales hasta la más mínima tontería. Con Camila ella había podido ser libre y plena en todos los sentidos, nadie le había entendido tan bien como ella, ni había tenido una conexión tan fuerte, tan especial, tan peculiar. Nunca había creído en el destino, pero si era real, estaba segura que Camila era eso, su destino, su complemento ideal, su alma gemela.
-¡Mi nombre es Lauren, soy un unicornio y estoy enamorada de un dragón! – Sin aviso previo la pelinegra grito aquella frase desde aquel balcón, bajo aquel cielo estrellado y con la música de Ed Sheeran de fondo. Su prometida cubrió su boca atónita por lo que acababa de hacer su futura esposa y entre risas le hizo una seña de que estaba mal de la cabeza por aquel arrebato del cual en el fondo le había encantado, tal como le encantaba todo de ella. Sin más, se dieron un beso que tal vez sería el final feliz de aquella historia. Pero como dije, ese no era su final, tan sólo el inicio...
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Reminiscencia
Romance"Hola, mi nombre es Lauren. Soy realmente un unicornio y estoy enamorada de un dragón."