Idiota.
Es la primera palabra que me viene a la mente cuando pienso en Karamatsu. Un completo idiota. De hecho, es lo que todos nuestros hermanos piensan que es. Un idiota que se hace el amable, tal vez extremadamente inocente como para darse cuenta de las personas que se aprovechan de él. Claro que, yo soy una de esas personas.
Desde la escuela secundaria, cuando Karamatsu empezó con esa actitud tan servil y atenta. Sentía una terrible envidia. Mientras él se levantaba para recibir al sol con una sonrisa, mientras su mundo se iluminaba, el mío se oscurecía. Y el ver que, aunque el mundo le diera la espalda, él seguía con ese tonto optimismo, me empezaba a enfermar.
¿Por qué, si estábamos en el mismo barco, él seguía tan feliz, y yo me caía a pedazos? Notas bajas, bullying en la escuela, humillado e ignorado, y cada vez más y más retraído, ese era el Ichimatsu que ahora todos conocían. Oscuromatsu, incluso mis hermanos me llaman así. Entonces, si todos me temen, si todos me ignoran, ¿por qué Karamatsu insiste en animarme, en ser mi mejor amigo?
Intenté por cosa de dos o tres años apartarlo por "las buenas". Lo ignoraba, le daba de lado, a veces sólo me sentaba a su lado en silencio, para que sintiera mi indiferencia al ignorarle. Pero nada resultaba. Y ahí, lo tenía abrazándome, dándome palabras de ánimo que no funcionaban, con su torpe excusa de inglés. Y un día me tenía que hartar, agarrarlo del cuello de la camisa y azotarlo contra la pared. Eso. Eso se sintió tan bien. Tan revitalizante.
Ésta era la clase de estímulo que necesitaba.
Me sorprendía que, aún con el hecho de haber estado por molerlo a golpes, insistiera en sonreír amable, aunque su rostro se llenaba de miedo, y la boca le temblaba. Amé desde ese instante sentir esa vulnerabilidad. Amé ser el único que le quebrara esa hipócrita máscara de amabilidad. Amé ser el vampiro que chupaba día con día sus fuerzas, su autoestima.
Así empezó ese pequeño rito, por llamarlo de alguna forma. Si en la escuela alguien me molestaba, si alguien me lastimaba, si alguien se burlaba de mí, llegaba a la casa a descargar esas sensaciones en Karamatsu. Mi ira, mi decepción, se reponían al ver el rostro asustado del otro.
Pero el hecho de que él no cambiara era lo que seguía enfermándome. Maldita sea, ¿es que Kusomatsu no tiene amor por sí mismo? Amo que no lo tenga, que viva para los demás, que viva para mí. Cómo lo odio, odio que se ponga cada día esa máscara de felicidad y confianza, y no acepte que somos la misma porquería. Y por ese odio, es por lo que día tras día le quito algo de esa energía, para estar bien. Yo, y no él. Sólo yo quiero estar bien.
El principal obstáculo que enfrenté, fue que los otros empezaran a preocuparse por él. En palabras de Choromatsu, no estaba bien que Karamatsu se dejara tan fácil de mí. Mierda, ¿en qué momento empezaron a prestarle tanta atención a él? ¿Desde cuándo Kusomatsu es tan importante que todos me dan la espalda? No me dejen de lado, no me den la espalda. No me ignoren.
Y cada vez que sentía esa indiferencia de los demás, cuando veía a Karamatsu feliz, yo empeoraba, y empeoraba mi trato hacia él. De simples amenazas y sustos, pasé a golpes reales, a palabras cada vez más hirientes. A desearle la muerte en frente de otros.
No me importa si los demás empiezan a temerme de verdad, si incluso Karamatsu empieza a tener miedo de que un día le haga un daño real. Sólo quiero seguir quebrándolo, quiero convertirme en el dolor que él jamás ha sentido. Quiero que nunca cambie, para así poder seguir quebrándolo.
Eso sólo demuestra el tipo de basura que soy en realidad. Aprovechándome de la bondad de mi hermano para validarme a mí mismo. No recibo cariño de otros, así que me aprovecho de mi hermano mayor, de sus vacías palabras de aliento, de su falta de amor propio, para sentirme seguro, para sentir que de verdad valgo la pena, de la forma más enferma que he podido idear.
No me importa lo mal que se siente en el fondo, no importa que a veces también ruegue que me diga lo mucho que me odia, porque sé en el fondo que no lo haría. Karamatsu no tiene la capacidad de odiarme, y aun si lo hiciera, no tiene la capacidad de decirlo.
Por ese pensamiento me confié, y no advertí cuando Todomatsu empezó a acercarse a él, a darle el valor que yo le había arrebatado. Nunca me di cuenta que todo lo que yo le quitaba, Totty se lo regresaba. Ni siquiera pude advertir que ya no decía nada cuando lo trataba de quebrar. Poco a poco fue ganando fuerzas, y a quitarme mi fuente de energía.
Se fue separando de mí tan lentamente que ni siquiera me di cuenta del día en que él también me dio la espalda. El primer día que se defendió, fue como darme una puñalada. Y por fin lo dijo. Oí de su propia boca lo mucho que me odiaba. Todas las cosas de las que no lo creí capaz, me llegaron tan de golpe que me sentí indefenso. No me di cuenta de que él me había dominado con esa sensación de poder sobre él. Y estaba perdiendo eso. Poco a poco se fue alejando de mí. Me empezó a evitar, a acercarse más al resto de nuestros hermanos.
Aunque el cambio se dio paulatinamente, para mí fue como un abrir y cerrar de ojos. Y de nuevo, me encontraba solo en mis propias tinieblas. Débil.
Por favor, no me hagas esto. No me dejes atrás. Puedo cambiar, sé que puedo. Dejaré de robarte la energía de ese modo. Sé que encontraré otra forma, una más amable. Soy un poco inseguro, y un poco desconfiado. Pero necesito que te quedes, te odio tanto... no, no te odio, de verdad te necesito. ¿No ves que tu indiferencia me duele? ¿Por qué ya no me escuchas? Vuelve a mirarme, a animarme.
No te hagas a un lado, ¡no tienes permiso de seguir adelante sin mí! ¡Karamatsu, no me des la espalda! ¡No puedo ser ignorado!
¡No me ignores! ¡No me dejes!
...
Es tarde.
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Faint [Osomatsu-san]
Fanfiction"No puedo sentir de la manera en que lo hice antes. No me des la espalda, no seré ignorado"