—Cada vez está más débil, no veo mejoras en su situación. Lo lamento, su majestad, pero creo que ya no es posible salvar su vida.
El medico se levantó de su asiento junto a la cama del príncipe moribundo, despidiéndose del rey antes de abandonar la habitación.
Byun Baekhyun, el príncipe, había enfermado meses atrás durante la plaga que había azotado a todo el reino, llevándose la vida de niños, ancianos y adultos, y claramente, la familia real no sería una excepción. Primero se llevó su vitalidad, obligándolo a permanecer en cama, luego, lo había hecho intolerante a la luz, viviendo escondido en las sombras para luego arrebatarle lo más precioso que el joven poseía: su voz. Hacía varias semanas que este había dejado de hablar y de cantar, aquello que más feliz lo hacía. El dolor corporal que este sentía era incluso menor que el que azotaba su corazón durante cada día que continuaba vivo. Ya no deseaba respirar, ninguno de los doctores que el rey había llamado lograba encontrar la cura y por mucho que este amara a su hijo y quisiera salvarlo, comenzaba a perder las esperanzas de que fuera a lograrlo. Baekhyun no se lo recriminaba, él no se veía obligado a hacer milagros y sabía que había muchas posibilidades de que, en caso de salvarse, perdiera su voz para siempre debido al problema en sus cuerdas vocales.
El rey tomó la mano de su hijo, deteniéndose a llorar como cada noche, recibiendo apenas un perceptible apretón por parte de este. El anciano se puso de pie, retirándose para dejar descansar a su hijo.
A la mañana siguiente, Baekhyun volvió a odiar el mantenerse con vida. Su habitación se encontraba a oscuras, pero nada le evito percibir a una alta figura que se hacía presente en su cuarto, abriendo la puerta y rebelándose en todo su esplendor frente al joven príncipe.
El hombre le dedicó una sonrisa, una que Baekhyun apenas pudo percibir pero que de todas formas le causó seguridad y confianza. Este tomó asiento frente a su cama, en aquella silla ocupada por tantos doctores para luego comenzar a hablar con una voz grave que llenaba la habitación.
—Mi nombre es Park Chanyeol, soy un boticario del reino. He oído sobre su enfermedad y decidí presentarme frente a su padre ya que creo tener la cura para salvarlo, pero debe confiar en mí y hacer todo lo que le diga. —el hombre sacó un pequeño frasco de su bolsillo, revelándole un líquido purpura al joven príncipe, colocándolo en una cuchara para acercarlo luego a los labios de este. El chico no tardó en beberlo, soltando un suspiro cuando terminó de hacerlo. Debía admitir que le causaba algo de comezón pero no era nada insoportable.
El más alto se puso de pie, caminando lentamente hacia los amplios ventanales antes de abrirlos de una sola vez, haciendo que el príncipe cerrara los ojos como acto reflejo.
—No debería estar a oscuras, eso lo pone triste y no debería encontrarse de ese modo. —Baekhyun abrió sus ojos lentamente, observando a la figura sonriente frente a él con demasiada emoción. —¿Ve? Ahora todo es mucho mejor. Debo continuar con su tratamiento, permítame seguir con alguno de mis medicamentos y se sentirá mucho mejor.
La presencia del chico se había vuelto por demás de agradable. Su sonrisa, sus dientes resplandecientes y aquellos ojos con tanta profundidad que capturaban hasta lo mas hondo del alma de Baekhyun, se habían vuelto un elemento que causaba algo extraño en este pero que aún así le fascinaba.
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Danza de la muerte | ChanBaek
FanfictionEn la edad media se creía que la muerte nos llevaba a todos del mismo modo, sin importar la clase social ni el dinero, y el príncipe Baekhyun tampoco sería la excepción, privándolo de la luz, la movilidad y su voz. Hasta que Chanyeol, un joven boti...