Alcanzando la luz

Hoy me enteré que me quedan tres meses de vida, no sé si llorar, no sé si gritar, no sé si reír y disfrutar estos 90 días o no sé. Lo que si sé, y me dirijo a ti muerte; que sé que me esperas como cuando un niño espera un chocolate; que no debiste darme 2160 horas, es decir, no debiste decirme cuándo moriré, porque ahora que lo sé ¿crees que lo voy a desperdiciar? Jah, voy a abrazar a todos los de mi sangre, incluso a todos en cuanto mire, voy a leer a todos los clásicos que me faltan, y si antes no lo hice no fue porque no quise, sino porque quería estar más preparado para tan magníficas obras. Voy a escribir todo lo que pueda, hasta que mis dedos tiemblen, hasta que mi amor por el mundo se gaste, que estoy seguro nunca se agotará, o hasta que el amor de vida, donde quiera que esté, se decida a venir a este recital. Justo empezaba la segunda década, justo cuando quería vivir un abril más y poder sacar un libro sobre mis veinte abriles y estar ahí en mi presentación, porque la verdad me quedé con la sensación de más, de contar más, de ayudar mas... Aveces me pregunto si volvería a empezar, pero creo que haría lo mismo que hice ahora, no me arrepiento de las lágrimas ni tan poco de las risas, solo me hubiera gustado decir más te amos a las personas que ocupan mi cocido corazón. Este es mi legado, unas simples y complejas anotaciones, con cuentos y poemas los más humanísticos posibles, y un plan psicológico visionario para solucionar el escaso amor genuino de esta época. Amigos; amigas; familia única, cálida y especial; mamá, la mejor sin duda, amorosa y fría a la vez; papá, donde quiera que te encuentres, te necesité mucho; y además tú, mi amor, la inocente culpable, realmente me hubiera gustado amarnos y perdernos.
Sin más me despido, pero antes, por favor, en mi epitafio escriban, "Jesús David, el que amo al mundo, pero aquí no se encuentra su cuerpo, él está en todos nosotros..."

Jesús David Camato Hurtado - 11 de julio del 2017